LA SORPRESA DE DOÑA ROSA DÍEZ

Los sobresaltos que padecen nuestros políticos, deberían incluirse en un tratado psiquiátrico. Lo que para la mayoría de la ciudadanía, no deja de ser normal, resulta un cataclismo para la “casta”. Bien es verdad que son de otro mundo y están hechos de otra pasta, por lo que al final, los que se quedan con la boca abierta son los españolitos, a los que tampoco les “toca “ nada. El panorama político español está entrando en una dinámica, que para calificarla bondadosamente, habría que definirla como “extraña”, o muy a la griega actual, con un parlamento dividió en un sinfín de partidos que no tiene en común más que el “trinque”, antes conocido como escaño. Si usted pregunta en la calle a quien quieren votar, la respuesta será contundente: ¡No lo sé, no tengo idea!. Pero si usted es honesto, consigo mismo, sabe que tampoco lo tiene claro, es un mar de dudas, salvo que tenga carnet de partido, o sea más radical que Lenin, en cuyo caso que Dios le coja confesado, sencillamente porque los de su cuerda no son trigo limpio. La mayoría quisiera tener el bipartidismo claro, y con dos partidos lejos de la corrupción, aunque sus representantes no sean precisamente Seneca. Con que cometan algún pecadillo, vale, pero pequeñito, de menos de “mordida” y lejos del tradicional 3%. Que se ha descubierto como imperante en el sistema actual. Doña Rosa, se sorprende que su hombre en Bruselas, escuche el run run, de la calle y quiera que de unos cuantos partidos pequeños, salga uno medianito capaz de competir, o figurar con peso en el panorama de la política nacional. Un partido bisagra “con fundamento”, evidente que es un deseo y se lo lleva el viento. Como diría mi compañero García: “Ojo al dato”, Señora Díez. La calle aprieta mucho, para bien o para mal, con el de” la coleta y con el del rabo”, todos cuentan, por impresentables que sean.