LA CALLE, LA TRISTE REALIDAD

Donde mejor se aprecia la situación del país y sus habitantes es en la calle. Cualquiera con un mínimo de sensibilidad y que sea medianamente observador, se percata que esta tierra no es la que era y que no se asemeja en nada a la de unos años atrás. Pero lo curioso es que en los establecimientos públicos es donde mejor se da uno cuenta que este es un país en crisis total. Diremos que son el termómetro de la vida; así por ejemplo, mientras en la verdulería unos andan con la lista y apretándose el presupuesto, otros compran a lo grande. Los primeros son los españoles de a pié, los segundos loa familiares de los nuevos ricos, es decir quienes están colocados, la élite de los políticos y sus amiguetes. Aquellos a quienes no alcanzaran los ERES y a los que les llegará la carta de finiquito y se “ciscaran” en ella, al contrario la mostraran a los otros compañeros de trabajo, como un trofeo del que pasan, puedo dar hasta los nombres de ayuntamientos y otras entidades publicas, donde se producen los hechos periódicamente. El español que no tiene seguro nada, ni el puesto de trabajo, por muy cumplidor que sea y como resultante tampoco la vivienda, ya está cansado de tanto vividor y sabe perfectamente que la única solución para el problema es aligerar la nómina de los servidores del poder: 450.000 profesionales de la política no los soporte nadie y menos un país pobre como el nuestro. También es consciente que perros de la misma camada no se muerden, y por lo tanto ¿Quién toma la medida -y esta si es imprescindible- de mandar al paro a los de la casta?. La respuesta está en la intención de voto de las elecciones que vienen; así en Galicia, se habla de una posible abstención entre el 40 y el 60%, que es una barbaridad. Pero el ciudadano esta desencantado y no sabe a quien votar: PSOE, no que son los de la ruina; PP, menos que nos han dejado en calzoncillos; a los comunistas ni de broma; ¿Quién queda?. La desprestigiada Rosa Diez y el novato Mario Conde, que se puede llevar la tajada del pastel y que no estaba previsto. ¿De que sirvió, entonces el bloqueo del Banesto, y el esfuerzo conjunto de González y Aznar?. Para colmo, un 23% de la población pasa que los Catalanes quieran ser independientes, están hartos de sus intrigas y desplantes. Se dicen que se beban el cava y que les pongan fronteras. Otros ven con pesimismo como con 300.000 votos los mismos de siempre, los etarras estarán bien situados en el parlamento de Vitoria. Y se preguntan: ¿Con asesinos en posparlamentos hay que votar….?.