TAMPOCO ES TAN AGOVIANTE

La manifestación organizada por Podemos, de ayer en Madrid, nos deja la lección aprendida; ni era tan numerosa, y tampoco tan asfixiante. Luego de lo presenciado, y que por 15 pavos, para muchos fue un día de fiesta en la capital, se llega a la misma o parecida conclusión que en el caso para los del ER y CIU, en Cataluña, “magna manifestación separatista”, medidas ambas por su asistencia se llega a la conclusión, que aunque no están todos los que son, estos son menos de los que manifiestan los interesados, ya que puestos a “echar el resto”, en este tipo de concentraciones masivas concurren el 90% de los conversos, por lo que sabemos que independentistas de verdad, son alrededor de los dos millones rapados; como enamorados de Podemos, están en torno a los 200.000, los otros, los aplaudidores, son de los cabreados, resentidos o hartos de la clase política, a laque si pudieran borrarían del mapa, puesto que les responsabilizan, creo que acertadamente, de todos los males que padecen la sociedad actual del país. No se comprende como la “casta”, toda sin excepción, la nueva y la vieja escuela, sigue dando muestra de poderío, y prepotencia en su discurso, en algunas lenguas rayando en la “chulería” y el totalitarismo, mientras exige esfuerzos y sacrificios al trabajador, verdadero héroe y protagonista único de la salida de la crisis, si es que esta se confirma como dicen, no ellos que continúan siendo de los que no te puedes fiar, hay que guiarse por lo que dictaminan los organismos internacionales que vaticinan para España, el máximo crecimiento en el año que estamos, de toda la zona euro. Aunque continuaremos con nuestra juventud emigrando, si quiere trabajar y con los mayores de 50 años fuera del mercado laboral, bueno es pensar que se pueden crear un millón de puestos de trabajo, con lo que dejaran el desempleo en el 23 ó 24%, que es una barbaridad, pero comparado con el 34% largo, en algunos lugares alcanza el 37%, que tenemos en Andalucía, es un respiro. A las extremas populistas hay que combatirlas con realidades y mostrarles sus vergüenzas, que las tienen y muchas. Los españoles somos lanzados, pero no insensatos y mucho menos suicidas; cabe esperar que el síndrome de “Sansón”, hoy tan de moda, no se hará notar en las urnas y se quedara como exponente del enfado general.