DE LOS SANTOS

Va bien que a estas alturas del siglo el Papa, bromee con un rey llamandolo monaguillo y se estire en la nominación de Santos para los altares. En un mundo tan materialista como el del siglo XXI, es un a motivo ce reflexión, la proliferción de Santos quse están instituyendo, quier decir que dentro de la epidemia laicista que pregonan los políticos, las buenas gentes que son mayoría silencosa, se aferran con fuerza a su fe, la que aprendieron desde niños en el culto que vieron practicar a sus abuelos, de quines aprendieron el rezo del Ave María, jugando. Se “estila” trabajar para acceder al oficio más rentable que existe, el de político, aunque en eso de los griegos se desconozca todo, menos el “trincar” que aparece en el manual de “como ser político y triunfar el primer intento. El Papa, nos ha regalado dos santos, sus predecesores en la silla de San Pedro, pro a San Juan Pablo II y San Juan XXIII, añade otro beato camino del altar, el Papa, que falta entre los que le El Papa, que llegó de la Pampa, nos reconforta espiritualmento ofrece el alimento eucarístico, para paliar los otros hambres, más vulgares pero que llenan la barriga.