YO Y MI CIRCUNSTANCIA

Lo dijo Ortega, y con el paso del tiempo, la frase y su contenido tiene más y más presencia, en la vida de los celtíberos del siglo XXI. Nunca como ahora, se vive más pendiente de los intereses personales de cada uno de los habitantes de la piel de toro. Se instrumenta el viejo refrán de: “el que vaya detrás que arree”. La condición no puede ser mas partidista y sus consecuencias nada bueno pueden dejar a los españolitos de alpargata. Como consecuencia del repudiable asesinato de la presidenta de la Diputación de León, se disparan los miedos y las fobias de unos contra otros, aprovechando que Tajo, pasa por Toledo, y como respuesta calentón de tiros y troyanos, no se para a ver cuál es la razón del asesinato, y todos a amenazarse, unos con el establecimiento de un sistema policial más duro y leyes que recorten el derecho de expresión, menos libertades; los otros ya que el Pisuerga, cruza Valladolid, a desear la muerte de los que consideran sus enemigos; la muerte no se debe querer para nadie, está correcto mostrar la desaprobación y el rechazo, a como se gobierna, pero de matar ni a las moscas. Tampoco está fino el que desde su Olimpo, desprecia lo que se dice en la calle, o se comenta en los bares, la calle es el coro del pueblo y los bares su confesionario. Volver la mirada a otro lado y hacer oídos sordos, es muy de suicidas. Hay que valorar quien incita a quien y porque, antes de expresare una opinión inapropiada. Las redes sociales son el medio para expresar el acuerdo o desacuerdo existente con los que mandan de muchos españoles y el poder tendría que prestar atención a la alarma social que se está extendiendo, por los cuatro puntos cardinales de lo que era España. Es conveniente no engañarse a sí mismos. Algo está pasando y no es bueno, no es para echarlo en saco roto.