La psiquiatría moderna, es maravillosa, no se parece en nada a la de antes, en la que por menos de “un quítame esas pajas” te regalaban con una ducha fría, una camisa de fuerza y un par de gorilas y si te ponías pesado te ingresaban en un hospital para locos.
Hoy no existen, tales recintos y el Padre Jofre, fundador del primero de ellos en el mundo, no se que opinaría si viviera. Ahora a los enfermos cerebrales o discapacitados psíquicos, que también así se los conoce, pululan por las ciudades y vagan por las calles, sin más.
Cuando la enfermedad del siglo XXI es precisamente una pandemia peligrosa que se llama: “Depresión” y que se inicia con una definición amigable y pueril como: “La crisis de ansiedad”. Fíjense ¡crisis!, nada más actual. Seguro que en su entorno próximo conoce, tiene o padece, alguna de las dos. Con todos los respetos y en términos coloquiales: ¡Vaya Putada!.
La descripción que sobre ellas me hizo un amigo psiquiatra, es que si no se conoce la causa que la motiva, que siempre existe, es muy difícil de curar, además requiere que el paciente esté predispuesto a hacerlo, es decir que se cura uno mismo. Las pastillas y la terapia ayudan, pero no solventan el problema, es el propio enfermo quien se controla y poco a poco, depende de su fuerza de voluntad, es quien se cura e inclusive, regula la medicación. Insisto una vez conocida la causa que la ha provocado. En caso contrario: “¡Ni flores!”.
Lo malo de la dichosa crisis, principio del mal, es que uno, no tiene un ZP cerca que la provoque, o si, vaya usted a saber.
El organismo sometido a tope de presión, por diversas causas, se revela y presenta cuadros de enfermedades de otro tipo: mareos, falta de aire para respirar, angustia, etc. Total que se siente uno malísimo vas al médico y después de un reconocimiento en profundidad y una analítica completa, el galeno te dice que estás como una campana de sano, aunque te encuentres al borde del caos. Y Ahí es cuando empieza el verdadero examen hasta que te descubren, la :”Depre o la Crisis”.-
Si uno tiene la suerte de tropezarse con un cuadro médico de primera división, como el Barsa o el Real, es cuestión de poco tiempo pero al final, se les enciende la “bombilla” y aciertan. Desde ese instante, usted lo pone todo y ellos un poquito, lo suficiente para dejarle en situación de “navegar” en unos meses. Curarse es a más largo plazo.
De entrada parada de burro granadino, en cualquiera de sus actividades, y cambio absoluto de vida o de rutina: camine, distráigase, no permanezca mucho tiempo entre cuatro paredes, pase mucho tiempo con los amigos, el bar es un buen sitio; la playa y los pinos OK.
El enfermo se transforma en observador de si mismo, se auto analiza a diario y le cuenta al de la bata blanca, sus progresos. El otro escucha con cara de póker e insiste en sus consejos: “Ni un palo al agua, salga fuera del entorno cotidiano, mucho paseo y mucho darle a la sin hueso, con los amigotes, meterse con Rajoy, está permitido, etc. No se olvide de la pastilla”.
De ahí lo del miranda podadera. Espero que los sufridores del mal, de una u otra “ganadería”, se tropiecen con los que saben y en poco tiempo estén mejor, o se sienten un poco diferentes al día precedente, aunque sea como consecuencia de la auto sugestión.
Su cerebro, tiene la solución, afrontar la causa que motivo el trastorno, es de valientes, lo demás es de cobardes. ¡Suerte!.
Hoy no existen, tales recintos y el Padre Jofre, fundador del primero de ellos en el mundo, no se que opinaría si viviera. Ahora a los enfermos cerebrales o discapacitados psíquicos, que también así se los conoce, pululan por las ciudades y vagan por las calles, sin más.
Cuando la enfermedad del siglo XXI es precisamente una pandemia peligrosa que se llama: “Depresión” y que se inicia con una definición amigable y pueril como: “La crisis de ansiedad”. Fíjense ¡crisis!, nada más actual. Seguro que en su entorno próximo conoce, tiene o padece, alguna de las dos. Con todos los respetos y en términos coloquiales: ¡Vaya Putada!.
La descripción que sobre ellas me hizo un amigo psiquiatra, es que si no se conoce la causa que la motiva, que siempre existe, es muy difícil de curar, además requiere que el paciente esté predispuesto a hacerlo, es decir que se cura uno mismo. Las pastillas y la terapia ayudan, pero no solventan el problema, es el propio enfermo quien se controla y poco a poco, depende de su fuerza de voluntad, es quien se cura e inclusive, regula la medicación. Insisto una vez conocida la causa que la ha provocado. En caso contrario: “¡Ni flores!”.
Lo malo de la dichosa crisis, principio del mal, es que uno, no tiene un ZP cerca que la provoque, o si, vaya usted a saber.
El organismo sometido a tope de presión, por diversas causas, se revela y presenta cuadros de enfermedades de otro tipo: mareos, falta de aire para respirar, angustia, etc. Total que se siente uno malísimo vas al médico y después de un reconocimiento en profundidad y una analítica completa, el galeno te dice que estás como una campana de sano, aunque te encuentres al borde del caos. Y Ahí es cuando empieza el verdadero examen hasta que te descubren, la :”Depre o la Crisis”.-
Si uno tiene la suerte de tropezarse con un cuadro médico de primera división, como el Barsa o el Real, es cuestión de poco tiempo pero al final, se les enciende la “bombilla” y aciertan. Desde ese instante, usted lo pone todo y ellos un poquito, lo suficiente para dejarle en situación de “navegar” en unos meses. Curarse es a más largo plazo.
De entrada parada de burro granadino, en cualquiera de sus actividades, y cambio absoluto de vida o de rutina: camine, distráigase, no permanezca mucho tiempo entre cuatro paredes, pase mucho tiempo con los amigos, el bar es un buen sitio; la playa y los pinos OK.
El enfermo se transforma en observador de si mismo, se auto analiza a diario y le cuenta al de la bata blanca, sus progresos. El otro escucha con cara de póker e insiste en sus consejos: “Ni un palo al agua, salga fuera del entorno cotidiano, mucho paseo y mucho darle a la sin hueso, con los amigotes, meterse con Rajoy, está permitido, etc. No se olvide de la pastilla”.
De ahí lo del miranda podadera. Espero que los sufridores del mal, de una u otra “ganadería”, se tropiecen con los que saben y en poco tiempo estén mejor, o se sienten un poco diferentes al día precedente, aunque sea como consecuencia de la auto sugestión.
Su cerebro, tiene la solución, afrontar la causa que motivo el trastorno, es de valientes, lo demás es de cobardes. ¡Suerte!.
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