ESOS JOVENES CARROZAS

He estado dando una vuelta por Valencia y la verdad es que ha sacado buenas vibraciones de amistad y malos augurios de futuro. El viajar solo, para resolver un viejo asunto y sin familia, en ocasiones resulta útil, por lo menos a mí me lo parece. No depender del reloj, no tienes necesidad de saber que te esperan; eres un poco como os pájaros libre para saltar de árbol en árbol y quedarte en el que resulte más cómodo. Por eso he podido reunirme con amigos, alguno de ellos a los que no veía desde hace 20 o más años. También he estado en los nuevos “refugios” que los de mi generación tienen para ellos y por lo que he comprobado, defienden de los intrusos. La mayoría esta en edad de “cortar el cupón”, pero muchos por aquello de saberse útiles, continúan en activo, son médicos, abogados, gentes de leyes y de otras carreras. Comprendo que los empresarios, y dadas las actuales circunstancias estén “al pié del cañón”, mirando el alza y la deriva, el panorama no está para bromas, ni para probaturas. Otros que lo han dado todo en la administración, han pasado de jubilados placidos a tener que cuidar de hijos y nietos que “gozan” de las bonanzas del “paro” en los que los han metido los gobiernos de éste país antes llamado España, clientes obligados de la Bañez. Lo gracioso es que éstos abueletes simpáticos, llevan su situación con sentido del humor, en lugar de aspirantes a la “metralleta” como sería lo suyo. Aún sacan tiempo para salir de vez en cuando y llenar las terrazas de los sitios clave de la capital, acudir a los restaurantes de costumbre y limitarse al menú, pero todavía dar de ganar a los pequeños empresarios, mejor ayudarles a sobrevivir en los negocios y tomarse un cubata de vez en cuando. La desesperanza queda por lo comprobado para las generaciones siguientes, que lo tiene peor. Los ERES, los persiguen, a los que todavía disfrutan de un puesto de trabajo. El ínclito Moncloa, ya lleva en su conciencia 1.000.000 de desempleados más y le muy “cara” se pavonea por el Congreso. Para él, no hay restricciones y comerá jamón de bellota y langosta, mientras que otros si comen será gracias al esfuerzo de los comedores sociales y de Cáritas. La generación de los que llegamos tarde a todo, debemos estar hechos de otra pasta. Pasamos hambre en la posguerra, en contra de nuestra voluntad, y ahora soportamos con humor a los desgraciados que mandan. Sufrir debe ser nuestro sino. Eso si, lo llevamos con una gran dignidad, con que les lleguen a los políticos la tercera parte de las maldiciones, ya van bien.