GUERRA ENTRE NARANJOS

Entre las muchas cosas “divertidas” que me hacen legar los amigos desde Valencia, está la aparición en “la recamara” de Zaplana, en le panorama político de la Comunidad, pero ¿ojo?, diciendo que no quiere recuperar el protagonismo que tuvo antes de ser llamado al ministerio de trabajo en Madrid, por Aznar y de la influencia que adquirió en el PP de entonces. Me cuentan que el amigo Eduardo, desde la sombra esta organizando otra toma de poder, que no es lo mismo que de protagonismo político. Según mis informadores, el hombre que colocó en e Palau de la calle de Caballeros a los peperos y echó a Lerma, parece estar mas interesado en situarse que en quemarse. Para ello se vale de la debilidad de un naufrago, el actual presidente, que cada día que pasa está mas solo. Fabra, se las juega en las próximas lecciones europeas, si las urnas le van mal, como todo el mundo presagia, su futuro es negro, zapato legítimo. Por eso y ha cambio de ayuda ha permitido que las piezas claves de la etapa Zaplana y que Camps, quitó de en medio, como una garantía de continuidad, vuelvan a escalar puestos en la política valenciana. Es decir hay una guerra, no declarada, una especia de batalla de flores, en la que cada naranjazo puede dejar un herido terminal o un muerto, políticamente hablando. El poder hace extraños compañeros de viaje, tan raros que no hace mucho se han reunido a mesa y mantel, la ex alcaldesa de Benidorm, el inefable Ciscar, su “amigo” en el viaje Fabra, para dialogar. ¿Sobre que y porque?. Cuando uno está perdido se acuerda que hay que tener amigos hasta en el infierno, por si acaso; la pregunta es si servirá para algo, o los condenados por el pueblo bien condenados están. Que coste que la tumba se la han cavado ellos mismos por torpes. Me resultaría de muy mal gusto que Eduardo Zaplana, apareciera en escena para santificar a Fabra, y no le creo tan obtuso.