No todas las malas noticias van a “caer” en La Casa Real. Aunque para muchos españoles lo acontecido últimamente en la Zarzuela, es como si en el aire que se respira hubiese entrado un gafe.
Son muchas cosas las que hacen que la monarquía española esté en el ojo del huracán, y creciendo en lugar de bajar de grado para convertirse en tormenta tropical.
Dice el refrán que haces ciento y no haces una y no has hecho ninguna. Algo de eso está sucediendo a su Majestad el Rey de todos los españoles, a quien -está de moda- los ¿importantes? No pasan una, entre los apuntados al “carro” de la crítica los que más deben al monarca. Aquellos que han disfrutado de mejores puestos en la “nueva sociedad” acuñada tras el franquismo y “parida”, no sin dolor por Juan Carlos I. Pero los humanos son así de desagradecidos, olvidan para estar en el canto de la ola, lo que aconseje el momento, para no perder “comba”.
Nadie recuerda que tenemos una monarquía constitucional, gracias a la “cabezonería” del Rey, que en contra de su propio nombramiento, iniciando una nueva rama monárquica, regreso al de la monarquía tradicional española, a la que renunció su propio abuelo y “por España” (palabras de D. Juan) abdico en Él, el conde de Barcelona, a quien orgánicamente le correspondía el trono, como Juan III. De alguna manera y por que España, dejara de ter dos bandos, traicionó el juramento hecho a Franco.
Gracias al actual Rey, existen los partidos políticos, entre ellos los que más le critican y más severos se muestran con esta escapada cinegética.
Evidente que Cayo Lara, no le llega a la suela del zapato a Santiago Carrillo. Y por descontado que las alturas de miras y el deseo de conciliación de PC, se acaba con la Pasionaria y los restantes directivos históricos, de los que solo queda Santiago que no es dudoso de su conformidad con la Monarquía Parlamentaria, que nos trajo Juan Carlos.
Las desgracias nunca vienen solas: ala posible trafico de influencias de su yerno Urdangarín; se le junta la separación de su hija mayor la infanta Elena y se complica con el accidente de su nieto mayor Felipe Juan Froilan, considerado por muchos de extrema gravedad, bien intencionadamente en contra de la Corona; cuando ese disparo le puede suceder a cualquiera que sea inexperto en el m anejo de las armas. Para sacarse la licencia de caza, hay que pasar un examen, en éste país, a los 14 años, en otros a los 10 ó los 12. Por lógica al examen hay que ir preparado, teórica y prácticamente; ¿luego habrá que hacer practicas de tiro?. Es como si al examen de conducir se presentara uno sin las prácticas, un absurdo. Reconozco que con 12 años tenía una escopeta de pequeño calibre para cazar pajaritos y no pasaba nada, ni nadie me dijo jamás nada en contra de su uso. Cierto que la usaba con la compañía del abuelo o los primos mayores, pero esa era la norma.
Luego están los rumores de las dificultades maritales, mal disimuladas por la reina que ha permanecido 25 minutos en el hospital, después de día y medio de ausencia en Grecia.
A SM, le crecen los enanos si hubiera plantado un circo.
Los “listillos” del país, le están dando hasta en el Toison de Oro.
La repercusión de todo ello es grande a nivel internacional, porque los españoles no somos capaces de escarmentar en cabeza ajena y lavar nuestros trapos sucios en casa.
Para consuelo de “tontos”, hay revuelo en Tele 5, la televisión de Berlusconi, se resiente en audiencia precisamente en sus programas estrella: Sálvame y Sálvame de Lux.
Se asegura que los máximos responsables de la cadena harán un minucioso análisis para saber cual es la causa. Es muy fácil de saber. Hacer amarillismo entraña una dificultad añadida, la de rizar el rizo y la escalada no siempre es posible.
Por otra parte cruzar el listón, entre los escandaloso y el mal gusto es muy fácil, solo que atravesado éste, la gente termina cansándose de la chabacanería, el oportunismo, el insulto, el presumir de cosas poco recomendables, y más todavía tomarse a chacota, cosas tan serias para la cultura popular como la Semana Santa, pongamos como ejemplo.
Desde el mismo presentador, que presume de una moralina muy sui generis, evidentemente en minoría hasta el último colaborador, confunden el éxito con el escándalo, de tal manera que la formula está quemada. Ese suele ser el principio del fin. Los responsables deberían comenzar a ensayar con otra formula y caras nuevas.
Así lo ve por lo menos un grupo de viejos profesionales. Claro que a los antiguos,“los modernos” nos desprecian.
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