Desde la distancia sigo los acontecimientos que se producen en Cullera.
Las cosas no van muy bien para las ciudades vacacionales tradicionales. De alguna manera las que son turísticas puras, aún pueden levantar el dedo y no todas.
El turismo de sol y playa, bautizado más gráficamente en Cullera como de : pipas, paseo y playa; ha entrado en receso, como dicen los sudamericanos, que en le uso de algunas palabras son geniales.
La crisis existía antes de explotar, en el sector, en el que se hablaba de buscar otra salida, dar a los visitantes nuevos alicientes. Ahora con la llegada de la “que esta cayendo” se nota más.
En los llamados paraísos del turismo, especialmente las islas y la Costa del Sol, no atan lo perros con longanizas y se mantienen gracias los conflictos bélicos del norte de África. Cuando vuelva la calma, veremos quien es el que puede competir con ellos en precio.
No hace mucho tiempo me comentaba uno de los responsables de esta parcela en el sur, que no es suficiente presentar en las ferias especializadas, grandes campos de golf y hoteles Resort de cinco estrellas, con eso solo, los grandes tours operadores: “no te hacen ni caso”.
Los que tienen dinero, desean además de comodidad, esparcimiento, es decir lo lúdico es tan o más importante que la calidad en los alojamientos.
Juegan al golf, me decía, “¿y luego que…?.
Uno de los directores más baqueteados en el experimento del golf, contaba en una reunión: que su preocupación no es llenar su instalación de: fineses, estonios, rusos, suecos y suizos, que son sus principales clientes. La mayor parte de su tiempo, la pasaba confeccionándoles actividades paralelas: excursiones de todo tipo hasta el parapente y actualizando su lista de mejores restaurantes de la zona con sus especialidades.
Esta muy claro que quienes viven permanentemente en éstas zonas, se tienen que habituar a los guiris y tiene que ceder parte de su comodidad en beneficio de los negocios del entorno.
Por asome sorprende cuando leo que ahí en Cullera unos vecinos han llevado al alcalde a los tribunales, sencillamente por hacer la vista gorda a favor de los que arriesgan poniendo negocios en la ciudad.
Ser buen vecino, no consiste en pagar los impuestos y punto Y a partir de ahí convertirse en el justiciero perseguidor de la autoridad, para si se sale un ápice en sus funciones convertirse en su verdugo.
Una de las carencias fundamentales que se dan desde hace demasiados años en Cullera, es precisamente, la carencia de espacios lúdicos. Faltan: discotecas y pubs modernos. Se hecha de menos tiendas de las que ofertan los mejores productos, los mismos que hay en Serrano en Madrid y que en nuestra tierra están en Denia, sin ir mas lejos.
Se pretende convertir a Cullera en el mejor exponente de la Comunidad, con grandes proyectos como Manhattan, y resulta que no hay una sencilla piscina cubierta.
Y los jóvenes han e salir a Gandia o Valencia para divertirse, con el riesgo que eso entraña.
¿Qué clase de vecindario somos?.Lo queremos todo, disponer de una gran ciudad con todos los servicios, pero a la vez que nadie nos moleste.
La solución a ese deseo, es sencilla, se compra uno un chaletón en las afueras y se termino el conflicto.
En esta ocasión, hay que estar con el alcalde y en lugar de pleitear arroparlo pare que Cullera crezca, para bien , en todos los sentidos y que llegue el turismo de calidad, que se deja el dinero. Pero como se ha dicho ese tipo de público, necesita de unas comodidades que con miras antiguas y décimo nónicas, no llegará jamás.
Ernesto, cuanta con mi apoyo.
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