LAS PIRAÑAS ESPAÑOLAS

¿Quién es el guapo que ha dicho que no hay pirañas en España?. Las hay y mucho mas peligrosas que las originales. Recuerdo que en uno de mis viajes a Brasil, hablando relajadamente en casa de un amigo, sobre ellas, me dio un curso acelerado de su comportamiento, de tal manera que supe que nunca van en manadas superiores a los 200 ejemplares, y que como pieza turística, algunos indígenas cuando se muere un buey o una vaca, lo lanzan al río para que los reunidos comprueben como en 20 minutos, media hora, dejan los huesos del animal mas limpios que en una clase de anatomía. Su voracidad se destapa como algún animal o persona lleve una herida; son capaces de detectar la sangre a mas de 200 metros del lugar. Las pirañas celtibéricas, son de dos patas y con unos dientes mucho más afilados que los de sus colegas de los ríos brasileños. Muchísimo más astutas, y con ojos, orejas y extremidades para cazar a sus piezas, de las que carecen las autóctonas. Pero además, muchísimo mas dañinas y voraces; en contra de las del Barsil, las Spanhis, desprecian la carne y buscan los bolsillos de los paisanos y son capaces de encontrar hasta los céntimos perdidos, años ah. Su necesidad de dinero es tanta que no se conforman con la ración diaria, siempre quieren más. Esta mañana me he tropezado con la cartera de mi barrio, una persona entrañable y conocida de tanto tiempo que es como una mas de la familia. Se desplaza por el barrio, que como he contado es muy extenso, en una vespa amarilla de las de primera generación, de las clásicas. Con lo cual entre el casco, la moto y su simpatía, no pasa desapercibida para nadie. Excuso decir que conoce a todos los vecinos por su nombre apellidos y datos personales, a los perros guardianes, a los loros y cotorras e inclusive a los canarios. No es nada extraño que sea el recurso de todos, a la hora de localizar a un vecino; tampoco que se pare para interesarse por las circunstancias personales de los paisanos. Esta mañana me ha tocado a mí; venía cargadísima de correspondencia certificada, una de las cartas llevaba mi nombre y apellidos. El remitente, el del miedo: hacienda. Le he preguntado si las restantes eran del mismo remite y me ha contestado que si, que lleva unos días terribles de cartitas certificadas y todas reclamando algún impuesto, presuntamente no satisfecho. Concretamente mi “amenaza” porque estos chicos de hacienda son muy demócratas y respetan a la constitución: “todo español es inocente hasta que se demuestre lo contrario”. La lectura que hacen ellos es: “todo español es culpable aunque se demuestre lo contrario”. Con lo que en lugar de convencerle ellos a usted la causa de la reclamación, tiene que ser usted, el que les demuestre a ellos que le están estafando -dicho en términos coloquiales-. Retomo el ejemplo, mi causa por la que merezco “ser escopeteado al amanecer”, es que tenía un viejo coche al que se mando desguazar en su momento y por lo visto a ellos no les costa y año tras año, intentan cobrarme el impuesto de circulación por la vía de apremio. Con las molestias correspondientes. No es el primer caso, a mí ya me sucedió otra vez y tuve que presentar un recurso de alzada, un lío, para poderlo resolver. Este, ya veremos que dicen los ciegos. La cartera carga con las reclamaciones, porque las administraciones están “caninas”; si alguien se “acojona” (disculpen la directa), y paga eso que se encuentran. Es una forma de hacer, que se aplica para todo. Cuando usted se coloca delante de una ventanilla oficial para solucionar un problema le respuesta primera es:¡NO!. Luego veremos que pasa. Y todo por el mismo motivo, la necesidad de liquidez que mantiene a las pirañas famélicas. Un amigo de los que se peleaba con el Ministerio de trabajo, cuantos años haceeeee……. Me decía: “el dinero no es todo, pero ayuda bastante”. La frase en boca de un sindicalista es como si la dijera el Papa, ex cátedra, hay que creérsela.