LA OTRA CARA DE LETIZIA

Conozco a Doña Letizia, aunque coincidimos poco tiempo. Tenía de ella un criterio profesional que debo mantener porque aunque no ejerza, la profesión es como la del clero, de por vida; por ello hay quien dice que se nace periodista y no se hace. La niña de Asturias, la inquieta redactora que subió como la espuma en poco tiempo, dejo el oficio por convertirse en princesa y en sus ascenso dentro de unos días será reina consorte, conviene dejar su situación clara, la monarquía española gasta péqueñas faenas a sus miembros, una es esa, la mujer del soberano, no es reina por propio derecho, si no por ser cónyuge de …. Que puede parecer lo mismo y no lo es. Por su aspecto exterior y como princesa ha sido referente; por sus vestuario y elegancia para la prensa especializada inclusive la han comparado con otras familias reinantes. Las comparaciones son odiosas, pero lo cierto es que su nota es un notable alto, viste bien de acuerdo con las circunstancias y apropiada en todo momento. Otra cosa diferente es su cara, después de haber pasado varias veces por el quirófano, se la han esculpido y le han quitado, lo que más atraía de ella, su naturalidad; el rostro de la futura reina, es duro y parecido a la cara de una muñeca de porcelana, le falta la expresión natural, eso que conocemos como “el gesto”. La cara de Doña Letizia, es siempre la misma adolece de lo que en cine denominan “vida”, que la quiera la cámara, sabe tanto como yo. Tiene el mismo gesto cuando está enfada, encantada, feliz o triste, el bisturí, no ha sido su mejor amigo, le ha perjudicado mucho. La futura reina aparenta una cara y un rostro duro, que no tenía; ha perdido la dulzura que enganchaba al personal. Aquellos gestos simpáticos de complicidad, que causaron sensación en su momento. Hay quien dice que le produce rechazo su actual aspecto.