LA TEMPESTAD EN EL MAR SOCIALISTA

La marabunta separatista, nos está dejando muchos cadáveres políticos, a su paso por las autonosuyas; el invento de los reinos de taifas del año 78 del siglo anterior, en lugar de tranquilizar las aguas de los que se dicen demócratas y que anteriormente llenaban y aplaudían los círculos del régimen franquista, del que sacaban “buenas tajadas”, las ha revuelto más y hemos pasado de mar movida, a mar arbolada, en un ” pis, plas”. Digámoslo claro los que durante el gobierno del “del jaco”, presumían de hombres del régimen, son hoy los peores enemigos de la monarquía, de la que han seguido “chupando”. Ahora, la creen agotada, no les vale, quieren más, para ello se cambian las chaquetas, en lo que son expertos; unos se suben al carro del separatismo y otros al de la república, según interpreten que secaran mayores beneficios. Sus posturas erróneas, han hundido a un partido tan importante para el gobierno del país, como al socialista. Su desestabilización comenzó con perder, su posición natural, el centro izquierda, conocido en el mundo como social democracia. El paso por el partido de ZP, marca el descontrol; y en Cataluña, el pacto del Tinell, es el peor de los “negocios” , que lo condenan a la ruptura actual y a caminar sin rumbo y sin responsable. Rubalcaba, se va y muchos socialistas de la vieja escuela, piensan que lo añoraran. En el sumun de la sin razón, las brújulas apuntan a un giro a la izquierda, por lo menos es lo que aparentan quienes “pujan” por la secretaria general. Esto preocupa a los peperos, quienes miran horrorizados en que pueden terminar los pactos de estado y a los ciudadanos, que temen que su deteriorada imagen, les lleve a coquetear con los extremistas más a su izquierda. Lo suyo sería una persona de consenso, dentro y fuera del partido y con visión realista de la vida política española, lejos de plegarse a la deslealtad de quienes quieren romper España, y con la inteligencia y patriotismo, por encima de sus propios intereses; lo que importa es la continuidad de régimen del bien estar de todos los que habitan en la piel de toro y no el protagonismo personal.