No es necesario que les recuerde que estamos en crisis. A quien más o quien menos, se le han secado las telarañas de los bolsillos y ahora le están saliendo hongos,¿ si al menos fueran comestibles?. Que tampoco.
En una situación como ésta, las empresas con tal de vender agudizan el ingenio, todo lo que pueden y un poquito más. El Marketing, se transforma en “arte”. Desde la dirección la orden : ”¡Hay que vender, como sea!”. Detrás de la orden, “se nota se entiende, la amenaza está presente” y todo el mundo toma buena nota y comienza estrujarse el cerebro para cumplir con lo ordenado, porque uno tiene la pésima costumbre de “comer todos los días”, y no es plan que por dormirse “en los laureles”, “te despierten con una patada en el trasero”, y más para el INEM.
Lógicamente, en una situación de recesión de mercado y en buena ley deberían bajar los precios, puesto que la competencia es muy fuerte y la necesidad de generar ingresos, acucia.
Las campañas publicitarias, se encaminan en esa dirección: “La máxima de precios anticrisis” se coloca en casi todas las campañas, algunas con el slogan al completo, bien visible, en otras en tono subliminal, pero todas colocando el reclamo para generar la venta y fastidiar al competidor.
Con esa idea, vista en la tele, escuchada en la radio, leída en prensa, revistas y vallas publicitarias, el necesitado comprador sale de casa en busca del “chollo” y ahí viene la desilusión e inclusive el enfado, porque la cosa no es como pensaba y menos como se lo habían pintado.
Concretamente en la automoción, un mercado importante como termómetro de la economía del país, de barato nada, carísimo.
Todo lo dicho en publicidad, tiene letra pequeña, con condiciones leoninas, total que si se compara, el automóvil que uno creía sería una “ganga”, sale por un “ojo de la cara”, y el de segunda mano, que tal cual está la situación del proletariado uno cree que habrá ower booking de ofertas, descubre que hay existencias de coches viejísimos a precios astronómicos. La gente se arregla con lo que tiene y solo se deshace del “carro”, cuando ya no anda de lo achacoso que está por la edad y la de miles de kilómetros recorridos.
¿Cómo es posible esto?. La realidad no casa con la teoría ¿Por qué….?. ¡Ese es el gran secreto de las marcas. Ellos sabrán!.
Lo que si está clarísimo es que no tienen derecho a quejarse, ni del mercado de “nuevo”, ni en el de segunda mano. Tontos necesitados y por ello compradores potenciales, hay. Otra cosa es que quieran pagar “la farda” que les pide la marca.
Le recomiendo que en éste país antes llamado España, en lugar de un coche, se compre un apartamento. El ladrillo, si es más barato y comparativamente más interesante.
Desplácese en trasporte público, que es oneroso, pero en algo hay que moverse, lo malo es si le coge a contra mano, porque siempre sucede lo mismo, por su casa no pasa el bus, o no va a la dirección que a usted le interesa; tampoco coma, “la plaza”, está imposible, ha subido todo, hasta el preguntar, y cómprese un pisito, por lo menos vivirá en algo suyo, si es que sobrevive a la inanición.
Ya sabe: “chasco”, proviene de “fiasco” y es una desilusión muy gorda. ¿Qué le vamos hacer?. Paciencia y apretarse el cinturón. Que ya no hay cuero para mas agujeros, rece, grite o haga el pino, el hambre y la necesidad se combaten pensando en otra cosa.
En una situación como ésta, las empresas con tal de vender agudizan el ingenio, todo lo que pueden y un poquito más. El Marketing, se transforma en “arte”. Desde la dirección la orden : ”¡Hay que vender, como sea!”. Detrás de la orden, “se nota se entiende, la amenaza está presente” y todo el mundo toma buena nota y comienza estrujarse el cerebro para cumplir con lo ordenado, porque uno tiene la pésima costumbre de “comer todos los días”, y no es plan que por dormirse “en los laureles”, “te despierten con una patada en el trasero”, y más para el INEM.
Lógicamente, en una situación de recesión de mercado y en buena ley deberían bajar los precios, puesto que la competencia es muy fuerte y la necesidad de generar ingresos, acucia.
Las campañas publicitarias, se encaminan en esa dirección: “La máxima de precios anticrisis” se coloca en casi todas las campañas, algunas con el slogan al completo, bien visible, en otras en tono subliminal, pero todas colocando el reclamo para generar la venta y fastidiar al competidor.
Con esa idea, vista en la tele, escuchada en la radio, leída en prensa, revistas y vallas publicitarias, el necesitado comprador sale de casa en busca del “chollo” y ahí viene la desilusión e inclusive el enfado, porque la cosa no es como pensaba y menos como se lo habían pintado.
Concretamente en la automoción, un mercado importante como termómetro de la economía del país, de barato nada, carísimo.
Todo lo dicho en publicidad, tiene letra pequeña, con condiciones leoninas, total que si se compara, el automóvil que uno creía sería una “ganga”, sale por un “ojo de la cara”, y el de segunda mano, que tal cual está la situación del proletariado uno cree que habrá ower booking de ofertas, descubre que hay existencias de coches viejísimos a precios astronómicos. La gente se arregla con lo que tiene y solo se deshace del “carro”, cuando ya no anda de lo achacoso que está por la edad y la de miles de kilómetros recorridos.
¿Cómo es posible esto?. La realidad no casa con la teoría ¿Por qué….?. ¡Ese es el gran secreto de las marcas. Ellos sabrán!.
Lo que si está clarísimo es que no tienen derecho a quejarse, ni del mercado de “nuevo”, ni en el de segunda mano. Tontos necesitados y por ello compradores potenciales, hay. Otra cosa es que quieran pagar “la farda” que les pide la marca.
Le recomiendo que en éste país antes llamado España, en lugar de un coche, se compre un apartamento. El ladrillo, si es más barato y comparativamente más interesante.
Desplácese en trasporte público, que es oneroso, pero en algo hay que moverse, lo malo es si le coge a contra mano, porque siempre sucede lo mismo, por su casa no pasa el bus, o no va a la dirección que a usted le interesa; tampoco coma, “la plaza”, está imposible, ha subido todo, hasta el preguntar, y cómprese un pisito, por lo menos vivirá en algo suyo, si es que sobrevive a la inanición.
Ya sabe: “chasco”, proviene de “fiasco” y es una desilusión muy gorda. ¿Qué le vamos hacer?. Paciencia y apretarse el cinturón. Que ya no hay cuero para mas agujeros, rece, grite o haga el pino, el hambre y la necesidad se combaten pensando en otra cosa.
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