Ésta página, nació para dar respuesta a una serie de buenos amigos que aseguran que se lo pasan bien con las cosas que escribo. Del “cuadrito” no hablo, aunque no desentonaría, entre lo que sale hoy; con toda modestia ¡garantizado!. Los nuevos, no me han enseñado nada.

Dije en su momento que no sabía si su interés estaba basado en el deseo, o en la caridad. A todos gusta que nos alaben, y a las seguidores de los productores de aucas, continuadores de los trovadores medievales y remontándonos antes a los mala milk de los bufones, muchísimo más. Si quiere que un comunicador le guarde eterna simpatía, cuando se lo cruce, dígale: “muy bueno lo tuyo”, se pondrá mas “lindo” que un pavo real en plena exhibición. Usted posiblemente no sepa el porqué; él, a lo peor tampoco, pero en su fuero interno ha sentido un “gustirrinin” muy especial. Ese día se sentirá el dueño del corral (la redacción).
La segunda causa, es la caridad. Quizás pensaron:”vamos a darle un poco de jabón a éste que ya está mayor”. Tratándose de compañeros de estudios, de oficio y artistas, es más que probable. Tan lejos como que ésta misma mañana, me lo recordaba, con rin, tin,tin, Teresa, de mi Editorial.

Mi sorpresa ha sido descubrir que son más de los que pensaba. “El contador, no engaña”. Y que antiguos amigos de otros países, se han acordado del compañero Toni, e inclusive, muchos nuevos profesionales han sentido curiosidad, por ver como lo hacían (dicho con toda humildad), las vacas sagradas del periodismo del siglo pasado.
La verdad es que con mis articulitos de vez en cuando iba matando la afición. Ahora me debo preocupar con que el Blog, tenga vida. Así que entre la página y escribir libros, ¡estoy ocupadísimo!.
Para que la página sea mas viva y resulte mucho más apetecible para el lector, les incluiré trabajos de otros compañeros que hablan y trabajan en nuestro idioma desde diferentes partes del mundo. Me gustaría que el blog fuera un pequeño referente para dejar claro que somos más de 400 millones de castellano parlantes.

A unos, a otros y a los de más allá, muchas gracias. Confío en no defraudaros.

martes, 2 de julio de 2013

LAS DELICIAS DE UNA PLAYA TURÍSTICA:….¡SOCORRO!.

Es el grito que necesariamente tienen que lanzar los asiduos a ellas y en especial los nacidos, en o las proximidades. No se escandalicen y que tampoco cunda el pánico, solo retrata de una verdad sin respuesta. ¿No lo creen?, recurro circunstancialmente a su memoria. El que escribe las conoce bien, tanto las caras, como las que se entienden por dependencia directa de los habitantes de las grandes urbes, por ejemplo: Cullera, cuya bahía de los naranjos, se conoce desde antiguo como “la playa de Madrid”; o Torre la higuera, barriada de Almonte, que como Matalascañas, es “la playa de Sevilla”. Comencemos por la que me encuentro ahora, en el Mediterráneo y nunca mejor dicho lo de los romanos: “Mare Nostrum”, de ellos, de los sufridos abuelos que hacen guardia antes de las ocho de la mañana, para salir corriendo, cargados con sombrillas y sillas, a toma puesto en la primera línea. Bastón en mano, entro en el paseo, y los veo ansiosos, aguardando el silbato del policía municipal que con cara de profe de primaria, los mantiene a raya, hasta que el encargado de la limpieza le hace la seña convenida de final de tarea. A partir de ahí, se organiza una breve San Silvestre Vallecana, en busca del mejor sitio en la arena. Desde hace años, formamos una tertulia de veraneantes viejos, en los que están varios matrimonios franceses, de aquellos que invirtieron años ah, y de hijos de emigrantes españoles que viven en Francia pero que conservan casa en el pueblo de sus mayores, junto con españoles, lugareños y de Castilla. Tradicionalmente se encarga de la “toma del terreno” una italo-francesa, Mme.Rossette, que defiende nuestra parcela con uñas y dientes, mejor que Napoleón, seguro. Formado el grupo, es el momento de la observación y la crítica. Usted está en su lugar tranquilamente disfrutando de la brisa del mar, cuando inesperadamente con gorrita americana de publicidad anticuada, sombrilla de cunado el Rey Pepe, era cabo y sillas que piden a gritos su pase al basurero, avanza atisbando el panorama el del Pozo del Tío Raimundo, seguid de cerca por la “parienta” y detrás, unos gamberros con trajes de baño chillones, evidentemente, sus nietos, mas retrasada, con aire de chaca de casa de medio pelo, la nuera, como si con ella no fuera la cosa. Entre su puesto y la sombrilla siguiente hay como mínimo 20 metros, no se preocupe que el “ínclito”, se pegará a usted como una lapa. De nada sirven los comentarios en más o menos voz alta que haga usted sobre la educación, etc. Le entran por un oído y le saldrán por el otro, el tío a lo de él “jorobar al prójimo”. Cuando su sistema nervioso, ha recobrado la “paz”, aparece el gilipollas, haciéndose el despistado, que aprovechará el metro escaso que ha dejado usted de arena antes de la orilla, para echarse encima suya, y colocar la sombrillita topando con la de usted, pero no contento con ello pretenderá poner su toalla ya encima mismo de sus pies. De nada sirven sus protestas, el tipo es sordo por conveniencia, tres segundos después de la operación aparece, el papa, de él, con los niños, muy en abuelo, dejando que echen arena a todo el vecindario y con una pamela horrenda, sola fané y descangayada, la perpetua, a quien las monstruosidades de sus retoños la hacen reír. No piense que terminaron sus males; usted tiene un prójimo que le persigue, por donde quiera que se coloque en la playa. Suele llegar a última hora, cunado ya esta todo lleno, no importa, le buscara, y se las ingeniara para hacerse un hueco, de tal manera que su aliento le llegue al cogote, y sus nietos le terminen de reventar la mañana. La playa de Cullera, es la de más madrileños por centímetro cuadrado del mundo mundial; es directamente proporcional al de joyas por pulgada del cuerpo humano, que exhiben los sevillanos en Matalascañas. En las que sobra espacio y los asiduos se quejan de “avalancha”, pobres míos, tendrían que estar aquí, o en Gandia, que tanto da, que da lo mismo. El final es que no pide auxilio, por vergüenza, pero termina por recoger sus cosas y regresar al apartamento jurando en sanscrito. El que se prometía como un día tranquilo de playa, ha terminado siendo un tormento.

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