La última jornada de la liga de las estrellas fue de autentico infarto.
Por la parte baja de la tabla todo se decidía en el último segundo de los partidos con muchos equipos involucrados en la posibilidad de la pérdida de categoría.
El sufrimiento venía de atrás, pero se palpaba en cada conexión con los campos donde se libraban las batallas al “ser o no ser” de primera, la angustia tanto en las gradas, como en los palcos y mucho más palpable en los fosos de los equipos.
Llantos, sudor, lagrimas, mordiscos a las bufandas, ojos desencantados, miradas con esperanza y al final, los que consiguieron quedarse en la que dicen es la mejor liga del mundo, se desbordaron en gritos de contento, saltos y la locura colectiva. Otros por el contrario, cabizbajos y tristes para casa y el año que viene a intentarlo de nuevo en el pozo de la segunda.
La tragedia se cebó, en donde no se lo esperaba nadie, en el Madrigal, donde el submarino amarillo ha dado durante doce años una lección de Club bien gestionado y que a tocado la gloria de la Champions.
La perdida de la categoría, es muy dura para los de Villareal, el descenso implica un reajuste total a su planteamiento deportivo y administrativo. El primer equipo, pierde la categoría y obliga al segundo a descender también. No puede haber dos equipos del mismo club en la misma categoría del fútbol.
Muchas han sido las circunstancias negativas por las que han pasado los “Groguets”, quizás las lesiones que se han cebado con la plantilla éste año haya sido el factor más determinante.
Del señorío del club da idea el final del partido, con todo perdido, en la puerta del tunel de los vestuarios, aguardando a los jugadores para consolarlos estaba su Presidente Fernando Roig, a quien acompañaba solidariamente su hermano Juan, el dueño de Mercadona y uno de los empresarios ejemplares de éste país.
Esta claro que otra vez y por segundo año consecutivo la “mala suerte” no volverá por la caseta de los amarillos. Y con el trabajo y esfuerzo de todos el Villareal volverá a primera.
Fue el ejemplo del Club Señor que si sabe perder.
En el reverso de la moneda tenemos al equipo modesto, pero con más de 100 años de historia, exactamente 102, que sin comerlo ni beberlo, ha dado la campanada en la división.
Es el uno de los dos Clubes con menos presupuesto de la categoría. Confeccionada la plantilla con los jugadores que no quisieron los demás y cargados de veteranía. De donde se demuestra que lo que vale en el fútbol, no es solo la juventud, si no las ganas de correr, el pundonor profesional; la famosa frase de “querer es poder”, con todas sus consecuencias.
El Levante UD, el equipo ahora llamado de la barriada de Orriols y toda la vida, desde su fundación identificado como el de los poblados marítimos, las barriadas de pescadores, estibadores del puerto y obreros de los astilleros, en una palabra de la gente de la mar. El decano del futbol capitalino en Valencia, por primera vez en su dilatada y azarosa historia se transforma en Euro Levante, ahí es nada. El modesto por naturaleza, midiéndose y mezclándose con los mejores del Continente.
Mi felicitación a los “granotas” y un abrazo muy fuerte para el amigo Paco Fenollosa, con quien me hubiera gustado compartir palco el día del partido contra el Atletic, 3-0. Desde la muerte del compañero Paco Gandia, no he vuelto por el Ciudad de Valencia, de aquellas directivas, muchos ya no están entre nosotros, un recuerdo para ellos y un abrazo muy fuerte para los que quedan.
A los hermanos Roig, y a José Manuel Llaneza, mi abrazo de solidaridad y de ánimo.
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