No voy a enumerar el montante de la colonia Argentina en España. Tampoco la distribución de los Argentinos en las Comunidades Autónomas, ni tan siquiera haré referencia al famoso “chiste, del mejor negocio del mundo”, que por cierto me lo contó un colaborador directo del Presidente Alfonsín.
Simplemente contaré alguna historia que está relacionada con las vivencias personales y que por descontado tiene actualidad y sirve como denominador común a más de una situación.
Este pasado verano en Cullera, cené una noche en una fiesta alemana, ya saben, esas carpas que se montan en los lugares estratégicos y que venden cerveza y comida germana y se acompaña con música del país; una forma agradable de pasar una velada con los amigos, comer bien un menú que no se frecuenta y beber muy buena cerveza, que muchas veces por pereza, no reparas en comprarla.
Nos juntamos ocho, entre ellos un ingeniero argentino, jubilado que vive en nuestro país hace muchos años y que además es también el suyo, por doble motivo, por el tiempo que lleva trabajando en éstas tierras y por su ascendente: padre, madre y abuelos españoles. Mi amigo Marcelo, seguidor de River, nacido, criado, culturizado y ejerciente en Buenos Aires. Cierto día descubrió que estaba incomodo con los que mandaban y se las ingenió, primero para buscarse trabajo en una multinacional española, y segundo, para dar toda clase de facilidades cuando le dijeron que lo mandaban a España para que se hiciera cargo de un proyecto. Aquí termino de educar a su prole, les dio carrera, los colocó, enviudo y reincidió casándose con una psicóloga de Sueca, culpable de nuestra amistad, porque ella es de la pandilla de amigos de infancia de mis primos.
Marcelo, nada dudoso, se apellida García, está jubilado y “pasa” de los problemas de las grandes obras, en las que ha tenido que bregar con los obreros, proveedores, etc. Hoy como él mismo dice: “Vivo, casi tranquilo”.
El “casi”, que hay que interpretar, se debe a dos cosas; la primera que lleva ni se sabe el tiempo esperando que le llamen para jurar la Constitución y convertirse en español de pleno derecho, que lo tiene y todo, pero que no lo llaman:
-“Viste. Rellené, los cuestionarios. Mande la documentación completa. Me dijeron que todo estaba en orden, pero los boludos, no me llaman. Y así llevamos mas de tres años”.
La contestación “estaba chupada”:
-Porque eres un viejo “carcamal”, además ingeniero, que hay muchos. Si fueras un pelotero de los de nombre, no tendrías problema.
El amigo, tiene que funcionar con la tarjeta de residente cuando lleva en España, más de veinte años.
Su otro problema, está relacionado con la edad de jubilación. Su mujer, continua en activo y él, no ve el día en el que la mandan a cortar el cupón:
-“¿Cómo es posible que con la cantidad de jóvenes salidos de la Universidad y en el paro. Sigan haciendo trabajar a una psicóloga vieja. Lo entendes?.
Mi respuesta no fue original, pero si didáctica:
Simplemente contaré alguna historia que está relacionada con las vivencias personales y que por descontado tiene actualidad y sirve como denominador común a más de una situación.
Este pasado verano en Cullera, cené una noche en una fiesta alemana, ya saben, esas carpas que se montan en los lugares estratégicos y que venden cerveza y comida germana y se acompaña con música del país; una forma agradable de pasar una velada con los amigos, comer bien un menú que no se frecuenta y beber muy buena cerveza, que muchas veces por pereza, no reparas en comprarla.
Nos juntamos ocho, entre ellos un ingeniero argentino, jubilado que vive en nuestro país hace muchos años y que además es también el suyo, por doble motivo, por el tiempo que lleva trabajando en éstas tierras y por su ascendente: padre, madre y abuelos españoles. Mi amigo Marcelo, seguidor de River, nacido, criado, culturizado y ejerciente en Buenos Aires. Cierto día descubrió que estaba incomodo con los que mandaban y se las ingenió, primero para buscarse trabajo en una multinacional española, y segundo, para dar toda clase de facilidades cuando le dijeron que lo mandaban a España para que se hiciera cargo de un proyecto. Aquí termino de educar a su prole, les dio carrera, los colocó, enviudo y reincidió casándose con una psicóloga de Sueca, culpable de nuestra amistad, porque ella es de la pandilla de amigos de infancia de mis primos.
Marcelo, nada dudoso, se apellida García, está jubilado y “pasa” de los problemas de las grandes obras, en las que ha tenido que bregar con los obreros, proveedores, etc. Hoy como él mismo dice: “Vivo, casi tranquilo”.
El “casi”, que hay que interpretar, se debe a dos cosas; la primera que lleva ni se sabe el tiempo esperando que le llamen para jurar la Constitución y convertirse en español de pleno derecho, que lo tiene y todo, pero que no lo llaman:
-“Viste. Rellené, los cuestionarios. Mande la documentación completa. Me dijeron que todo estaba en orden, pero los boludos, no me llaman. Y así llevamos mas de tres años”.
La contestación “estaba chupada”:
-Porque eres un viejo “carcamal”, además ingeniero, que hay muchos. Si fueras un pelotero de los de nombre, no tendrías problema.
El amigo, tiene que funcionar con la tarjeta de residente cuando lleva en España, más de veinte años.
Su otro problema, está relacionado con la edad de jubilación. Su mujer, continua en activo y él, no ve el día en el que la mandan a cortar el cupón:
-“¿Cómo es posible que con la cantidad de jóvenes salidos de la Universidad y en el paro. Sigan haciendo trabajar a una psicóloga vieja. Lo entendes?.
Mi respuesta no fue original, pero si didáctica:
-Y reza para que la manden a casa antes de los 67 años, como quiere Zapatero.
El pasado domingo, estaba tranquilamente tomando una tapa y unas cañas en uno de los bares del barrio, cuando detecte a otro argentino, a babor. El hombre estaba bastante alterado y le decía a una señora:
-“Lo dije. A éste sitio hay que venir antes, sino no encuentras mesa”.
Perfectamente detectado el tema. En nuestra barriada, hay un par de baretos en los que se come bien y a muy buen precio, con calidad 10. La gente es optusa, para con los políticos, pero no tonta para otros temas y como se ha mencionado en el barecito de “marras”, uno puede ponerse como el “kiko” por poco dinero, o te acercas pronto, o hacer cola.
El pasado domingo, estaba tranquilamente tomando una tapa y unas cañas en uno de los bares del barrio, cuando detecte a otro argentino, a babor. El hombre estaba bastante alterado y le decía a una señora:
-“Lo dije. A éste sitio hay que venir antes, sino no encuentras mesa”.
Perfectamente detectado el tema. En nuestra barriada, hay un par de baretos en los que se come bien y a muy buen precio, con calidad 10. La gente es optusa, para con los políticos, pero no tonta para otros temas y como se ha mencionado en el barecito de “marras”, uno puede ponerse como el “kiko” por poco dinero, o te acercas pronto, o hacer cola.
Pongo el ejemplo de mi cuenta: seis cervezas, una coca cola, una tapa de boquerones en vinagre y otra de croquetas de jamón, con jamón del que se ve, 11 €, ¿es o no un chollo?.
El vecino, reside aquí, en el culo del mundo, a un tiro de piedra de Portugal y a otro del moro. ¿Y que hace un argentino, en éste sitio?. Pues sencillamente vivir, es su elección, se jubiló el matrimonio y aterrizaron en éstos pagos:
-“Tenemos casa en el centro de Buenos Aires. Che, es imposible vivir. No hay seguridad, por la noche no se puede salir de casa. Aquí es un gozo, podes ir caminando al restaurante a cenar cada noche. ¡Un lujazo!”.
Y yo que me paso el tiempo reclamando mas seguridad para la barriada. Y Jurando, en contra de la bando de rumanos que roba en los chalets, que saben con los dueños ausentes.
Mal deben de estar las cosas en la capital de Argentina, cuando a los vecinos bonaerenses, esto les parezca un paraíso seguro.
Desde hace un par de años hay otro argentino de Rosario que vive aquí, también ésta jubilado, y se llegó hasta el lugar porque la ascendencia de su esposa era la tierra que pisamos.
Es el eterno discutidor con el carnicero, a quien dice como le tiene que cortar la carne para sus asados.
Tiempo atrás estaba “pocho” y hacia a uno de sus nietos que le llevara a las compras en el “carro” y luego hasta el bar, para tomar una buena cerveza y leer la prensa deportiva.
Hace uno días que no le veo, espero que sea porque no coincidimos y que esté mejor de sus dolencias.
Tengo localizados a unos cuantos más, hasta los hay que están metidos en política y bien colocados en sus partidos, pero esas son otras historias.
El vecino, reside aquí, en el culo del mundo, a un tiro de piedra de Portugal y a otro del moro. ¿Y que hace un argentino, en éste sitio?. Pues sencillamente vivir, es su elección, se jubiló el matrimonio y aterrizaron en éstos pagos:
-“Tenemos casa en el centro de Buenos Aires. Che, es imposible vivir. No hay seguridad, por la noche no se puede salir de casa. Aquí es un gozo, podes ir caminando al restaurante a cenar cada noche. ¡Un lujazo!”.
Y yo que me paso el tiempo reclamando mas seguridad para la barriada. Y Jurando, en contra de la bando de rumanos que roba en los chalets, que saben con los dueños ausentes.
Mal deben de estar las cosas en la capital de Argentina, cuando a los vecinos bonaerenses, esto les parezca un paraíso seguro.
Desde hace un par de años hay otro argentino de Rosario que vive aquí, también ésta jubilado, y se llegó hasta el lugar porque la ascendencia de su esposa era la tierra que pisamos.
Es el eterno discutidor con el carnicero, a quien dice como le tiene que cortar la carne para sus asados.
Tiempo atrás estaba “pocho” y hacia a uno de sus nietos que le llevara a las compras en el “carro” y luego hasta el bar, para tomar una buena cerveza y leer la prensa deportiva.
Hace uno días que no le veo, espero que sea porque no coincidimos y que esté mejor de sus dolencias.
Tengo localizados a unos cuantos más, hasta los hay que están metidos en política y bien colocados en sus partidos, pero esas son otras historias.
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