La cosa está más que clara y es una verdad de Perogrullo. Siempre la competencia beneficia al consumidor. Son múltiples las ventajas que aporta y los que disfrutan de ello son las personas que necesitan del comercio o la industria.
¿Pero que sucede cuando no existe la competencia?. Hay muchos lugares, por suerte cada vez menos, en los que la oferta presenta un solo establecimiento, y lo aclarare con un ejemplo practico.
Mi barrio, que como he dicho es una excepción de la regla, porque está dividido en dos y cada una de sus partes corresponde a un municipio distinto, debería en buena lógica beneficiarse de ello, porque los permisos para la instalación de comercios específicos se tendría que multiplicar, por lo menos por dos. Verbi gracia: farmacia y estancos, cito éstos dos porque están regulados por una ley particular que les impide establecerse en el mismo lugar, a los profesionales que quieran. Éstos deben ajustarse a la normativa específica para ellos: numero de habitantes, distancia, etc.
Bien de acuerdo con ella, la norma; disponemos de dos farmacias, una en cada parte del barrio, según el municipio al que pertenece.
Con el mismo criterio estábamos, en el caso del estanco.
El profesional que regentaba uno de ellos, vendió su negocio y Tabacalera, no renovó la licencia al que compró el local. La consecuencia es que el primitivo estanco es ahora, una tienda multiuso, y el segundo estanco, está solo y sin nadie que le haga la competencia.
Las farmacias, permanecen abiertas desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche, en período vacacional, y hasta las nueve y media de la noche, el resto del año. Por lo tanto el servicio está bien cubierto, salvo emergencias nocturnas.
¿Qué pasa con el estanco?. Cuando estaban los dos abiertos, como sucede con las farmacias, había servicio todo el año en horas de comercio.
Desde que se ha quedado uno solo, pasa de la clientela y desprecia al barrio, porque anárquicamente abre y cierra a su gusto y los días que quiere. No tiene una norma de uso, ni cumple con la ética del buen comerciante. Se sabe sin competencia e impone su criterio al usuario.
Es evidente que lo hace porque no hay otro donde el que consume y paga, pueda decidir en que lugar hacer su compra.
O lo tomas, o te desplazas un montón de kilómetros en busca de otro establecimiento del ramo.
El tabaco que mata, lo debes comprar en los bares, en las famosas maquinitas expendedoras, más caro.
El estanquero, que es un aguililla tiranuelo, denuncia a los baretos que no le compran a él.
Ya se ve que en el país de ZP, cada día que pasa las cosas van peor.
Algún día les hablare de la “casta” y de sus métodos pre electorales.
¿Pero que sucede cuando no existe la competencia?. Hay muchos lugares, por suerte cada vez menos, en los que la oferta presenta un solo establecimiento, y lo aclarare con un ejemplo practico.
Mi barrio, que como he dicho es una excepción de la regla, porque está dividido en dos y cada una de sus partes corresponde a un municipio distinto, debería en buena lógica beneficiarse de ello, porque los permisos para la instalación de comercios específicos se tendría que multiplicar, por lo menos por dos. Verbi gracia: farmacia y estancos, cito éstos dos porque están regulados por una ley particular que les impide establecerse en el mismo lugar, a los profesionales que quieran. Éstos deben ajustarse a la normativa específica para ellos: numero de habitantes, distancia, etc.
Bien de acuerdo con ella, la norma; disponemos de dos farmacias, una en cada parte del barrio, según el municipio al que pertenece.
Con el mismo criterio estábamos, en el caso del estanco.
El profesional que regentaba uno de ellos, vendió su negocio y Tabacalera, no renovó la licencia al que compró el local. La consecuencia es que el primitivo estanco es ahora, una tienda multiuso, y el segundo estanco, está solo y sin nadie que le haga la competencia.
Las farmacias, permanecen abiertas desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche, en período vacacional, y hasta las nueve y media de la noche, el resto del año. Por lo tanto el servicio está bien cubierto, salvo emergencias nocturnas.
¿Qué pasa con el estanco?. Cuando estaban los dos abiertos, como sucede con las farmacias, había servicio todo el año en horas de comercio.
Desde que se ha quedado uno solo, pasa de la clientela y desprecia al barrio, porque anárquicamente abre y cierra a su gusto y los días que quiere. No tiene una norma de uso, ni cumple con la ética del buen comerciante. Se sabe sin competencia e impone su criterio al usuario.
Es evidente que lo hace porque no hay otro donde el que consume y paga, pueda decidir en que lugar hacer su compra.
O lo tomas, o te desplazas un montón de kilómetros en busca de otro establecimiento del ramo.
El tabaco que mata, lo debes comprar en los bares, en las famosas maquinitas expendedoras, más caro.
El estanquero, que es un aguililla tiranuelo, denuncia a los baretos que no le compran a él.
Ya se ve que en el país de ZP, cada día que pasa las cosas van peor.
Algún día les hablare de la “casta” y de sus métodos pre electorales.
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