No es la espada, que da origen a la frase que al final se deriva al órgano de mingitar masculino, colocándolo para su “escarnio” donde la espalda pierde su honesto nombre.
“Envainársela”, en idioma coloquial, quiere decir en primera persona, rectificar, cambiar de opinión sobre la marcha, sobre un asunto que haya llamado poderosamente la atención, o reclame el tratamiento de “importante”.
Lo que sucede es que hay “envaines” que cantan “tela”, como sucede en el caso que nos ocupa.
Resulta que el Consejo de administración de la tele oficial del país, había decidido por votación de sus miembros poder “entrar”, en la red de ordenadores de las redacciones de informativos de la casa, algo tan claro como volver al pésimo “vicio” de la reprobada “censura”.
En 35 años de servicio en esa casa, jamás nadie me dijo, lo que tenía que escribir o decir, y menos me apuntó una información tendenciosa o interesada.
Por lo que he conocido con posterioridad no he sido la excepción de la regla, al contrario, a quienes les ha sucedido: el “apuntoformo”, “el incienso” o el “corte” vulgo censura, ha sido la minoría, que también la hubo y tengan ustedes presente que hablamos de tiempos de la “oprobiosa”, la “dicta blanda” y la “transición”. En tal sentido y para ser justo tengo que manifestar que cuando la televisión, una y divina (no había otra), ha sido totalmente libre, fue bajo el gobierno de la UCD, con el Duque de Suárez en la Presidencia, me parece recordar que con Rafa Ansón y Fernando Castedo, de Directores Generales.
Jugar a dominar el medio, han jugado todos los que han pasado por el palacio de la Moncloa, y unos más descarados que otros, todos lo han hecho, pero en el siglo XXI, atreverse a lo del “corte y el pañuelo”, del Ministro Arias, era demasiado fuerte. El intento trascendió y se montó la “mundial”, con el resultado de rectificación sobre la marcha (envainársela), la dimisión de uno de los consejeros y la solicitud del cese del resto del Consejo por parte de los partidos políticos; unos obligados por las circunstancias, otros empujados por la necesidad de lavar su imagen, y algunos con la boca pequeña.
No se si intencionadamente o sin querer, lo cierto es que ha venido de perlas para no mencionar las penalidades de los empleados de las administraciones que continúan sin cobrar lo que se les debe, el paro y la pobreza que día que pasa, gana espacio en lo que fue España.
Al final en el entorno de locos furiosos en el que nos movemos, una “coladura más” y de las gordas. En fin, forma parte del contesto de barbaridades que nos toca vivir.
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