Como pensamiento me ha pasado muchas veces por la cabeza, pero nunca me he parado a pensarlo en profundidad.
Siendo consecuente con el significado de cada cosa, no parece que vayan a casar muy bien ambas profesiones, es más, me atrevería a decir que en más ocasiones se enfrentaran los intereses que serán coincidentes.
Casualmente ésta misma tarde he tenido oportunidad de dialogar distendidamente con uno de ellos, un empresario de los “primitivos” de los del “campo”, cuya materia prima es caduca y de temporada, con lo cual no cabe el estocaje, ni el aguardar un buen precio de mercado para colocar el producto.
La hortofruticultura, tiene fecha de caducidad próxima e igualmente la de mercado, por lo tanto se vende en origen al precio que da el intermediario, en el de la exportación, se manda el producto al asentador o al mercado central de destino, con la esperanza que se pague bien, ese día.
Conviene dejarlo claro, pare entender la presión que sufren éstos empresarios; bajo mi punto de vista, tienen muchísimo mérito, quizás más que los que fabrican otros elementos que se venden o no, siempre les cabe el último recurso del stok, en espera de un alza en los mercados.
Mi comunicante mostraba sus dudas con respecto a la campaña que se aproxima, de la que me decía que hay que esperar lo mejor tanto en la fresa como en los cítricos, pero los últimos años han sido de los de “vela a Dios y a sufrir”.
En un momento de la conversación apareció el tema de los jornaleros, que sacó él, reprochando a las autoridades locales que quieran imponer éste año, los trabajadores españoles y olvidarse de traerlos de otros países, tales como el Magreb, o del este: Rumania y Bulgaria, que son las procedencias que se dieron el año anterior.
Mi comunicante decía:
-Veremos como escapamos éste año, solo con mano de obra española.
Piensa el empresario, que no encontraran compatriotas dispuestos a trabajar duro, en los campos. O por lo menos lo insinua.
-Los españoles se niegan a trabajar en la campaña.
He tenido que recordarle que eso era antes, cuando trabajando “en la obra” se ganaba mucho dinero. El “ladrillo”, desgraciadamente es historia del pasado. De cuando en éste país se creían que éramos ricos, y se gastaba sin mesura. Había casa que trabajaban todos los miembros de la familia, y con cuatro o cinco sobres todos los fines de mes, tenían hipoteca y un coche cada uno de ellos de la gama alta. Hoy, en esas mismas familias, no trabaja ninguno de sus componentes, y hay que pagar la hipoteca y la letra del coche, además de comer y los otros gastos domésticos.
Le he tenido que explicar que hoy, uno de los pobres absolutos trabaja por lo que le den y encima no pone los problemas que el morabito de turno. Se lo he resumido diciéndole:
-Solo te quiero recordar que hace dos años, alguien filtró a Onda Cero, que hacia falta mano de obra en el campo y se colapsaron las centralitas del Ayuntamiento. Hoy, que las cosas están más duras, en cuanto digáis que necesitáis “curritos”, vamos a sufrir una invasión de toda España. Y si no lo crees al tiempo.
En esto como en cualquier otro quehacer de la vida, entra la picaresca y los empresarios tampoco hay que esperar que sean “hermanitas de la caridad”, algunos se aprovechan con mil argucias, de ahí su preferencia por los extranjeros: sueldos más bajos; posible escamoteo de la seguridad social; cambio continuo de “cuadrillas”; saber vender bien las “peonadas” , los de fuera con 22 son ricos y con trampas viven un año en España; son algunas de las argucias que dicen, se utilizan en esos campos de Dios.
Lo de “los españoles no quieren”, era cierto cuando habían otras opciones para trabajar, pero en el presente, cualquier celtibérico que esté parado es capaz de venir andando desde Galicia o Cataluña, las cito por la lejanía, con tal de llevarse algún euro a casa. Como la necesidad urge, sin poner muchas pegas en cuanto a los salarios, etc, etc .¡Que la cosa está muy mala y no hay que despreciar oportunidades!.
Es necesario que de verdad se aplique la máxima de “la caridad bien entendida, empieza por uno mismo”, que quiere decir que si hay peonadas, que imprescindiblemente las habrá, es justo que se de la oportunidad y la prioridad a los paisanos que las están pasando “canutas”. Si hay un pedazo de pan repartámoslo en “familia” que el hambre es muy mala.
Después de lo descrito, respóndanme a la pregunta del principio.
Bien, mi interlocutor es ambas cosas. ¿Complicado, verdad?.
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