Es tal como lo cuento. No debería, pero…….
El abuelito es contador de cosas por oficio; y mirón por afición. Resumiendo y por definición propia:”Portera con carnet”.
Para los “modernos”, explicaré que por tradición el oficio de portero/a, llevan aparejada la fama de “bien informados”. Se decía: “si quieres saber lo que pasa en la finca, pregunta al portero. El que sabe lo que pasa en el barrio es la portera”.
Los profesionales de la plumilla” para los antiguos”, somos los mejores continuadores de esa “fama”, ahora que prácticamente no existen los porteros, porque han sido sustituidos por un odioso timbre, al que denominan impropiamente: “portero automático”. Como la presencia física del señor/a, en un lugar tras el mostrador o la mesa de la portería, hoy se denominan: “conserjes”, termino heredado de los profesionales de los hoteles.
Los que pasamos a los libros, como grandes consumidores de café y tabaco (que mayores somos), ahora nos perseguirían “los polis” como apestados o como auténticos malhechores, gracias a la ley Pajín. Pondré un solo ejemplo y de generaciones anteriores a la mía; se trata de un injerto. Un tercio periodista y tres cuartos político. ¿Imaginan a Carrillo, sin cigarrillos?. Los que hemos seguido en la profesión, continuamos con el cigarrito y el cafetito. Recuerdo la redacción con las ceniceros llenos de colillas y unos cuantos cigarrillos encendidos que se consumían solos.
Dejémonos de circunloquios y vayamos directamente al “grano”.
Por deformación profesional, cuando salgo a la calle empiezo a “fotografiar” con la mirada lo que sucede a mi alrededor, e instintivamente me quedo con los detalles, grandes unas veces; pequeños en otros. Lo que sucede es que esos “detalles”, en ocasiones, son para “chascar” los dedos.
Como todos ustedes pueden comprobar, todas las cosas buenas que se hacen en el país, ciudad, pueblo, aldea, chalet, casa, chavola, o metro cuadrado de terruño, se debe a los políticos.
Mientras que todo lo malo, que sucede en lo que era España, según versión de los de la “casta”, es por culpa de otros.
Entre los de la “clase” (partido político, antes gremio), no confundir con la “casta” (profesión político), se ha instaurado una nueva ley, que no se debe al decreto; que se refiere a la medallitas, enfermedad transitoria y que solo cesa cuando los mandan a casa.
Si ustedes preguntan por algo de lo que sucede en su entorno, y cosa rara “funciona”, se debe al político de turno. Por supuesto que si las cosas marchan, que es de autentico milagro, dada la situación por la que atravesamos; se olvidan que hay funcionarios, empleados públicos, técnicos que en una situación de precario tremenda, pelean y sacan adelante las cosas.¿Quien se apunta el tanto…….?. Siempre el político.
Por supuesto que el técnico planifica y apunta ideas, pasados unos días, las sugerencias se deben a la clarividencia de las neuronas del político, y se borra del “mapa” al verdadero autor del tema, el empleado público.
Pero el colmo de los colmos se vive últimamente, en las inauguraciones oficiales, se felicita la acción y eficacia del político de tuno y se ignora totalmente, al que trabajando ha hecho posible la efeméride.
Al desprecio al subordinado, se le suma, de un tiempo a ésta parte la ignorancia.
El otro día coincidí en un Restaurante, con una mesa en la que se encontraban dos ediles, dos técnicos municipales y los representantes de una importante empresa nacional. Al ratito, ocuparon plaza en el mismo establecimiento en una mesa que tenían reservada, una delegación de otro ayuntamiento transfronterizo, que estaban en el lugar por motivos profesionales, presididos por su alcalde.
Los que ya se encontraban en el comedor se levantaron para saludar a los recién llegados, pero fíjense en el detalle, presentaron a los de la empresa e ignoraron dejándolos sentados y con un palmo de narices, así como con la mirada inquisitiva de los recién llegados, a los dos técnicos.
¿Cómo lo calificarían ustedes “el detalle”. Como de falta de educación. De mal gusto. De despiste….?. Pónganle el calificativo que les parezca, en cualquiera de los casos es in asumible.
Bien, esa y otras situaciones semejantes, se repiten en los tiempos modernos, con excesiva frecuencia.
El colmo de la prepotencia, llega a extremos incalificables, donde se vuelve a dar repetidamente el famoso: primero yo…..después yo………etc.
Me parece que el primero en efectuar la numeración. Y colocarse en el podio fue el maestro Mazantini, aunque no estoy muy seguro, con aquello de: primero yo, después de mí nadie y después........
El abuelito es contador de cosas por oficio; y mirón por afición. Resumiendo y por definición propia:”Portera con carnet”.
Para los “modernos”, explicaré que por tradición el oficio de portero/a, llevan aparejada la fama de “bien informados”. Se decía: “si quieres saber lo que pasa en la finca, pregunta al portero. El que sabe lo que pasa en el barrio es la portera”.
Los profesionales de la plumilla” para los antiguos”, somos los mejores continuadores de esa “fama”, ahora que prácticamente no existen los porteros, porque han sido sustituidos por un odioso timbre, al que denominan impropiamente: “portero automático”. Como la presencia física del señor/a, en un lugar tras el mostrador o la mesa de la portería, hoy se denominan: “conserjes”, termino heredado de los profesionales de los hoteles.
Los que pasamos a los libros, como grandes consumidores de café y tabaco (que mayores somos), ahora nos perseguirían “los polis” como apestados o como auténticos malhechores, gracias a la ley Pajín. Pondré un solo ejemplo y de generaciones anteriores a la mía; se trata de un injerto. Un tercio periodista y tres cuartos político. ¿Imaginan a Carrillo, sin cigarrillos?. Los que hemos seguido en la profesión, continuamos con el cigarrito y el cafetito. Recuerdo la redacción con las ceniceros llenos de colillas y unos cuantos cigarrillos encendidos que se consumían solos.
Dejémonos de circunloquios y vayamos directamente al “grano”.
Por deformación profesional, cuando salgo a la calle empiezo a “fotografiar” con la mirada lo que sucede a mi alrededor, e instintivamente me quedo con los detalles, grandes unas veces; pequeños en otros. Lo que sucede es que esos “detalles”, en ocasiones, son para “chascar” los dedos.
Como todos ustedes pueden comprobar, todas las cosas buenas que se hacen en el país, ciudad, pueblo, aldea, chalet, casa, chavola, o metro cuadrado de terruño, se debe a los políticos.
Mientras que todo lo malo, que sucede en lo que era España, según versión de los de la “casta”, es por culpa de otros.
Entre los de la “clase” (partido político, antes gremio), no confundir con la “casta” (profesión político), se ha instaurado una nueva ley, que no se debe al decreto; que se refiere a la medallitas, enfermedad transitoria y que solo cesa cuando los mandan a casa.
Si ustedes preguntan por algo de lo que sucede en su entorno, y cosa rara “funciona”, se debe al político de turno. Por supuesto que si las cosas marchan, que es de autentico milagro, dada la situación por la que atravesamos; se olvidan que hay funcionarios, empleados públicos, técnicos que en una situación de precario tremenda, pelean y sacan adelante las cosas.¿Quien se apunta el tanto…….?. Siempre el político.
Por supuesto que el técnico planifica y apunta ideas, pasados unos días, las sugerencias se deben a la clarividencia de las neuronas del político, y se borra del “mapa” al verdadero autor del tema, el empleado público.
Pero el colmo de los colmos se vive últimamente, en las inauguraciones oficiales, se felicita la acción y eficacia del político de tuno y se ignora totalmente, al que trabajando ha hecho posible la efeméride.
Al desprecio al subordinado, se le suma, de un tiempo a ésta parte la ignorancia.
El otro día coincidí en un Restaurante, con una mesa en la que se encontraban dos ediles, dos técnicos municipales y los representantes de una importante empresa nacional. Al ratito, ocuparon plaza en el mismo establecimiento en una mesa que tenían reservada, una delegación de otro ayuntamiento transfronterizo, que estaban en el lugar por motivos profesionales, presididos por su alcalde.
Los que ya se encontraban en el comedor se levantaron para saludar a los recién llegados, pero fíjense en el detalle, presentaron a los de la empresa e ignoraron dejándolos sentados y con un palmo de narices, así como con la mirada inquisitiva de los recién llegados, a los dos técnicos.
¿Cómo lo calificarían ustedes “el detalle”. Como de falta de educación. De mal gusto. De despiste….?. Pónganle el calificativo que les parezca, en cualquiera de los casos es in asumible.
Bien, esa y otras situaciones semejantes, se repiten en los tiempos modernos, con excesiva frecuencia.
El colmo de la prepotencia, llega a extremos incalificables, donde se vuelve a dar repetidamente el famoso: primero yo…..después yo………etc.
Me parece que el primero en efectuar la numeración. Y colocarse en el podio fue el maestro Mazantini, aunque no estoy muy seguro, con aquello de: primero yo, después de mí nadie y después........