En el viejo ruedo ibérico, sucede todo; eso no es novedad.
Si lo es que se celebre en éstos días el 35 aniversario de la coronación de D. Juan Carlos I, como rey de España.
Su Majestad, es de mi quinta, nos llevamos meses. Por coquetería masculina, no voy ha decir quien de los dos es el mayor.
¡Que de cosas han pasado en éstos 35 años. Y cuantas las vividas hasta entonces!.
Tampoco, “pega” ser nostálgico y, mucho menos apegado al pasado. Lo sucedido es historia que a la juventud le resulta de novela y que los que la vivimos quisiéramos borrar mas de un capitulo de sus paginas: guerra fraticida, persecuciones absurdas, en la mayoría de las ocasiones motivadas por celos o intereses personales, razones pueblerinas y caciquéeles con el único propósito de matar, hambre, y sobre todo envidia y resquemor por las cosas más banales, entre otros motivos que llevaron a éste país a una contienda civil del 36 al 39.
Hay alguien que parece quererlo revivir. ¿Para que entonces la transición modélica que otros pudieron como ejemplo de cambio político sin traumas?
Pasados 70 años, hay quien quiere revivir esa época: “annus horribilis” en el reloj de la Puerta del Sol, nuestro Big Ben, cuyo carillón, no se para en beneficio de éste viejo territorio. Hay mucho que olvidar y poco para recordar de ese tiempo pasado que fue mucho peor.
En la actual “corrida”. La ganadería, nuestros pecados capitales incluidos: es vieja, porque los hechos se repiten. Dicen que la meteorología y la historia vuelven cíclicamente. Es algo como las bíblicas plagas de Egipto, siete años de vacas gordas, otros tantos de flacas. ¿En cuales estamos ahora?.
Para la cuadrilla, el gobierno de turno y el partido que lo ampara estamos en el último año de la pobreza y vislumbramos en el horizonte, un rayo de sol.
Mientras que el resto de los actores de ésta tragedia, al contrario, aseguran que no hemos llegado a la mitad de la pandemia.
En esto último coinciden los agentes sociales, los financieros y quienes llenan “el corral de comedias”. Mientras el público, se mueve desconcertado, de aquí para allá, en busca de lo más urgente. No le sirve de nada el pan y circo que le ofrecen desde el “foro”, no cree y no se fía de los cantos de sirena, se ha asomado muchas veces por la borda y solo ha encontrado la magnanimidad del mar; un mar oscuro y sin esperanzas. Su sentimiento es semejante al que debieron tener los tripulantes de las carabelas, en el mar de los sargazos, viendo agua infinita y los navíos parados, sin brizna de viento que invitara a la esperanza.
El aficionado que acude a la plaza, espera una buena faena y para la cuadrilla del cartel, hay mucho toro enfrente. El espectador teme que le tiren el toro al corral, porque el matador sea incapaz de lidiarlo.
La presidenta de la corrida, Alemania, tiene fama de severa.
Al torero y su cuadrilla, a las cinco de la tarde, hay que aplicarle el beneficio de la duda. Ha sonado la hora de la verdad. ¿Será capaz de mandar al desolladero el toro del paro, de la credibilidad financiera, de la pobreza…..?. En el albero no caben las mentiras que se pueden decir en el hotel antes de vestirse de luces. Sobre la arena, no hay mas verdad que parar templar y mandar.
Los asistentes a esta tarde de la fiesta, acuden más predispuestos al silbido que a la ovación. Ni les gusta la ganadería a la que temen y mucho menos los toreros.
La expectación está servida, el primer toro ya esta en el ruedo, la credibilidad económica del país. El segundo de la tarde son las elecciones en Cataluña, y quedan cuatro más por lidiar.
Si hay cogida el sobresaliente, está preparado. ¿Podría con los morlacos, sin casi haber toreado…?.
Hay que torcer el gesto. Desde el tendido se piensa que hay mucho toro y poco torero.
Su Majestad, es de mi quinta, nos llevamos meses. Por coquetería masculina, no voy ha decir quien de los dos es el mayor.
¡Que de cosas han pasado en éstos 35 años. Y cuantas las vividas hasta entonces!.
Tampoco, “pega” ser nostálgico y, mucho menos apegado al pasado. Lo sucedido es historia que a la juventud le resulta de novela y que los que la vivimos quisiéramos borrar mas de un capitulo de sus paginas: guerra fraticida, persecuciones absurdas, en la mayoría de las ocasiones motivadas por celos o intereses personales, razones pueblerinas y caciquéeles con el único propósito de matar, hambre, y sobre todo envidia y resquemor por las cosas más banales, entre otros motivos que llevaron a éste país a una contienda civil del 36 al 39.
Hay alguien que parece quererlo revivir. ¿Para que entonces la transición modélica que otros pudieron como ejemplo de cambio político sin traumas?
Pasados 70 años, hay quien quiere revivir esa época: “annus horribilis” en el reloj de la Puerta del Sol, nuestro Big Ben, cuyo carillón, no se para en beneficio de éste viejo territorio. Hay mucho que olvidar y poco para recordar de ese tiempo pasado que fue mucho peor.
En la actual “corrida”. La ganadería, nuestros pecados capitales incluidos: es vieja, porque los hechos se repiten. Dicen que la meteorología y la historia vuelven cíclicamente. Es algo como las bíblicas plagas de Egipto, siete años de vacas gordas, otros tantos de flacas. ¿En cuales estamos ahora?.
Para la cuadrilla, el gobierno de turno y el partido que lo ampara estamos en el último año de la pobreza y vislumbramos en el horizonte, un rayo de sol.
Mientras que el resto de los actores de ésta tragedia, al contrario, aseguran que no hemos llegado a la mitad de la pandemia.
En esto último coinciden los agentes sociales, los financieros y quienes llenan “el corral de comedias”. Mientras el público, se mueve desconcertado, de aquí para allá, en busca de lo más urgente. No le sirve de nada el pan y circo que le ofrecen desde el “foro”, no cree y no se fía de los cantos de sirena, se ha asomado muchas veces por la borda y solo ha encontrado la magnanimidad del mar; un mar oscuro y sin esperanzas. Su sentimiento es semejante al que debieron tener los tripulantes de las carabelas, en el mar de los sargazos, viendo agua infinita y los navíos parados, sin brizna de viento que invitara a la esperanza.
El aficionado que acude a la plaza, espera una buena faena y para la cuadrilla del cartel, hay mucho toro enfrente. El espectador teme que le tiren el toro al corral, porque el matador sea incapaz de lidiarlo.
La presidenta de la corrida, Alemania, tiene fama de severa.
Al torero y su cuadrilla, a las cinco de la tarde, hay que aplicarle el beneficio de la duda. Ha sonado la hora de la verdad. ¿Será capaz de mandar al desolladero el toro del paro, de la credibilidad financiera, de la pobreza…..?. En el albero no caben las mentiras que se pueden decir en el hotel antes de vestirse de luces. Sobre la arena, no hay mas verdad que parar templar y mandar.
Los asistentes a esta tarde de la fiesta, acuden más predispuestos al silbido que a la ovación. Ni les gusta la ganadería a la que temen y mucho menos los toreros.
La expectación está servida, el primer toro ya esta en el ruedo, la credibilidad económica del país. El segundo de la tarde son las elecciones en Cataluña, y quedan cuatro más por lidiar.
Si hay cogida el sobresaliente, está preparado. ¿Podría con los morlacos, sin casi haber toreado…?.
Hay que torcer el gesto. Desde el tendido se piensa que hay mucho toro y poco torero.
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