Cada día me acuerdo más del genial dramaturgo español, Don Jacinto Benavente, cuando después de su fracaso como cineasta, dijo aquello de: “Zapatero a TUS ZAPATOS”, y no se refería al actual premier español, porque entre otras cosas Don José Luis, no había nacido.
El maestro de la escena, tenía muy claro que cada uno se debe ocupar de lo que sabe y dejarse de aventuras que no conducen a ningún sitio.
Los seres humanos somos los únicos en el mundo animal, capaces de tropezar dos veces con la misma piedra. Y entre ellos, los más empecinados son los banqueros que se pasan de listos en infinidad de ocasiones.
Creo que el autor del refrán: “La avaricia rompe el saco”, lo creó pensando en ellos.
Tengo algún amigo banquero, que no bancario, porque aunque del oficio, el primero es el pudiente y el segundo, el currito. Solo que el autor, por mandato, de las “putadas”, le toca al segundo, mientras el primero, juega siempre de arcangélico.
Los del cortísimo “sindicato” de banqueros, son listos como el hambre y alguno es hasta inteligente, pero con un denominador común, les gusta el dinero más que a Rubalcaba, mandar. Por lo demás, tienen sus miserias como el resto de seres con dos piernas. En ciertos momentos gozan de raptos de lucidez, en los que reconocen las meteduras de pata que cometen, solo que siempre achacándolas a terceras personas. En eso se parecen bastante a los de la “casta”.
Hace un par de veranos, desayunábamos en una de las Cafeterías del Corte Ingles, donde mi amigo suele hacerlo a diario, cuando surgió el tema de la “reconversión forzosa” de las entidades financieras, asemejanza de los “colmaos americanos”. Esas enormes superficies que te encuentras en Los Estados y donde hay absolutamente de todo. Lo mismo te venden una aguja que un avión y donde por supuesto tiene como mínimo un banco, que a veces es el dueño del complejo, en la mayoría de los casos, en los otros ha sido fagocitado por los dueños de la superficie, al fin y al cabo, da lo mismo.
Ya saben que hoy, los bancos y las cajas, veden de todo: ordenadores, maquinas de fotos, relojes, comercios, pisos, algunos hasta alimentación, etc.
La conversación estaba justificada por el problema del “ladrillo”. Mi pregunta era concreta:
-¿Qué vais hacer con tanta vivienda?
- Jorobar a los promotores que queden haciéndoles la competencia.
-¿Pero vosotros sabéis de eso?.
-No. Y la experiencia nos dice que perderemos dinero. Pero con los ladrillos y los terrenos que nos hemos tenido que quedar. ¿Qué hacemos?. Venderlos aunque sea por bajo de su precio. Nuestro negocio no son las oficinas, y los chalets. Nosotros compramos y vendemos dinero. Eso lo hacemos bien, en lo otro somos una calamidad.
Como han comprobado, el chico de tonto ¡nada!.
Ahora, les ha salido un grano, con el que no contaban: “el vandalismo”.
Sus fincas, pisos, urbanizaciones, residenciales, etc. Necesitan de una vigilancia, que ni la tenían contemplada, ni sospechaban fuera imprescindible.Vivian pensado en que éste país era seguro, como en tiempos. Se han dado cuenta cuando los ladrones, les han dejado solo con las paredes de las viviendas. Todo lo que era vendible se lo han llevado, hasta los sanitarios, puertas y ventanas y en ocasiones, las tuberías y los cables eléctricos, también.
En ocasiones son las bandas especializadas, los autores. En otras los propios proveedores de los promotores en quiebra, los que cometen el delito. Es una forma de recobrar, parte de lo que se les adeuda.
Pero los paganos son los “dueños” del dinero.
Mi amigo, y ex “colega” de colegio, aseguraba:
-Cuanto más tardemos en vender, más habremos perdido.
Te digo más. En nada de tiempo, las inmobiliarias e inclusive las promotoras, se convertirán, sin saberlo, en agentes de las entidades financieras.
Traerán clientes, para una hipoteca. Y los directores de la sucursal, intentaran quedárselos para que se lleven una de nuestras viviendas, en lugar de la que les trajo a la agencia.
-Pero eso es una canallada.
-En el mundo del dinero, no existe la blandenguería.
Dos años después, todo se está desarrollando tal cual se hablo, en el desayuno, aquella mañana del verano.
La moraleja, también es suya y reciente. En una situación de crisis, el rico termina siendo más rico y el pobre mucho más pobre.
En tal sentido, les dije no hace mucho tiempo, que el 10% de l capital del país controla el 25% del total. Un tercio de la riqueza y del PIB.
El maestro de la escena, tenía muy claro que cada uno se debe ocupar de lo que sabe y dejarse de aventuras que no conducen a ningún sitio.
Los seres humanos somos los únicos en el mundo animal, capaces de tropezar dos veces con la misma piedra. Y entre ellos, los más empecinados son los banqueros que se pasan de listos en infinidad de ocasiones.
Creo que el autor del refrán: “La avaricia rompe el saco”, lo creó pensando en ellos.
Tengo algún amigo banquero, que no bancario, porque aunque del oficio, el primero es el pudiente y el segundo, el currito. Solo que el autor, por mandato, de las “putadas”, le toca al segundo, mientras el primero, juega siempre de arcangélico.
Los del cortísimo “sindicato” de banqueros, son listos como el hambre y alguno es hasta inteligente, pero con un denominador común, les gusta el dinero más que a Rubalcaba, mandar. Por lo demás, tienen sus miserias como el resto de seres con dos piernas. En ciertos momentos gozan de raptos de lucidez, en los que reconocen las meteduras de pata que cometen, solo que siempre achacándolas a terceras personas. En eso se parecen bastante a los de la “casta”.
Hace un par de veranos, desayunábamos en una de las Cafeterías del Corte Ingles, donde mi amigo suele hacerlo a diario, cuando surgió el tema de la “reconversión forzosa” de las entidades financieras, asemejanza de los “colmaos americanos”. Esas enormes superficies que te encuentras en Los Estados y donde hay absolutamente de todo. Lo mismo te venden una aguja que un avión y donde por supuesto tiene como mínimo un banco, que a veces es el dueño del complejo, en la mayoría de los casos, en los otros ha sido fagocitado por los dueños de la superficie, al fin y al cabo, da lo mismo.
Ya saben que hoy, los bancos y las cajas, veden de todo: ordenadores, maquinas de fotos, relojes, comercios, pisos, algunos hasta alimentación, etc.
La conversación estaba justificada por el problema del “ladrillo”. Mi pregunta era concreta:
-¿Qué vais hacer con tanta vivienda?
- Jorobar a los promotores que queden haciéndoles la competencia.
-¿Pero vosotros sabéis de eso?.
-No. Y la experiencia nos dice que perderemos dinero. Pero con los ladrillos y los terrenos que nos hemos tenido que quedar. ¿Qué hacemos?. Venderlos aunque sea por bajo de su precio. Nuestro negocio no son las oficinas, y los chalets. Nosotros compramos y vendemos dinero. Eso lo hacemos bien, en lo otro somos una calamidad.
Como han comprobado, el chico de tonto ¡nada!.
Ahora, les ha salido un grano, con el que no contaban: “el vandalismo”.
Sus fincas, pisos, urbanizaciones, residenciales, etc. Necesitan de una vigilancia, que ni la tenían contemplada, ni sospechaban fuera imprescindible.Vivian pensado en que éste país era seguro, como en tiempos. Se han dado cuenta cuando los ladrones, les han dejado solo con las paredes de las viviendas. Todo lo que era vendible se lo han llevado, hasta los sanitarios, puertas y ventanas y en ocasiones, las tuberías y los cables eléctricos, también.
En ocasiones son las bandas especializadas, los autores. En otras los propios proveedores de los promotores en quiebra, los que cometen el delito. Es una forma de recobrar, parte de lo que se les adeuda.
Pero los paganos son los “dueños” del dinero.
Mi amigo, y ex “colega” de colegio, aseguraba:
-Cuanto más tardemos en vender, más habremos perdido.
Te digo más. En nada de tiempo, las inmobiliarias e inclusive las promotoras, se convertirán, sin saberlo, en agentes de las entidades financieras.
Traerán clientes, para una hipoteca. Y los directores de la sucursal, intentaran quedárselos para que se lleven una de nuestras viviendas, en lugar de la que les trajo a la agencia.
-Pero eso es una canallada.
-En el mundo del dinero, no existe la blandenguería.
Dos años después, todo se está desarrollando tal cual se hablo, en el desayuno, aquella mañana del verano.
La moraleja, también es suya y reciente. En una situación de crisis, el rico termina siendo más rico y el pobre mucho más pobre.
En tal sentido, les dije no hace mucho tiempo, que el 10% de l capital del país controla el 25% del total. Un tercio de la riqueza y del PIB.
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