Llevo tiempo queriendo hacer justicia a los nuevos españoles. Esos que han venido a la Península Ibérica, dispuestos a dar lo mejor de si mismos en beneficio de la Comunidad. Los que llegaron un día con una mirada limpia y dispuestos a meter en sus retinas, lo bonita que era su nueva patria, la tierra de adopción, la tierra bíblica prometida.
En muchos casos, son:”de ida y vuelta”, como muchas comidas, por ejemplo, el arroz al horno con pasas y garbanzos, con el que un día me quisieron obsequiar en Argentina, o con las músicas, como las habaneras que tienen su máxima representación en el festival que todos los años se organiza en Torrevieja, provincia de Alicante, o quizás con las colombianas que en Huelva, las bordan.
Digo que son de “ida y vuelta”, porque no hay más que escuchar sus apellidos: Castaño, Mateos, Blanco, González, Vargas, etc, hasta algún Lara, anda perdido por ahí, por esas tierras de Dios. En Buenos Aires, en el 78, me encontré con uno que también se dedicaba al viejo oficio de contar cosas y que no me supo decir de donde venía su origen familiar, solo repetía machaconamente que de España, pero sin precisar el lugar del solar de la familia.
Hay otros, que nos traen, lo mejor y lo peor del este. Hay los que han llegado a trabajar para mejorar su condición y a la vez ayudar a sus familias en los países de procedencia y los que están convirtiendo a la vieja piel de toro en uno de los lugares menos seguros de la eterna Europa.
Menos los últimos los demás merecen la admiración de los nativos y su ayuda en la medida en la que les sea posible.
Igual que se dice que Madrid, es la capital del mundo en la que nadie es extraño. España es el país, en el que todos los que llegan con buena voluntad son bien venidos.
¿Quién no tiene en su árbol genealógico algún emigrante?. España ha sido desde antiguo, hay quien dice que des de la época de Los Pinzones, de Magallanes y El Cano, tierra de emigrantes; otros precisan mas y sitúan a los paisanos que fueron a poblar otras naciones mucho antes, en tiempo de la reconquista y en la parte mejor de la Corona de Aragón, cuando después de la firma del tratado de Biar, también en el nuevo Reino de Valencia, la expansión de los aragoneses se quedo cortada y extendieron su influencia por las tierras del Mediterráneo.
La España del medievo, hizo grandes cosas y alguna estúpida, por ejemplo la guerra de religión en la que se empecino el Emperador Carlos, el inmigrante más español de la historia, al igual que su hermano Fernando, que le sucedió en el título y la corona, fue el rey germánico mas autentico, nacido en España, criado en Segorbe y emigrante excepcional.
Con el Emperador se hicieron famosos los almogávares, la primera infantería conocida como tal.
Personalmente recuerdo uno de aquellos emigrantes de la familia, el tío Eugenio, un fantástico indiano casado con la hermana de mi abuela, y protagonista de grandes hazañas. Otra emigrante, por razones diferentes es mi suegra. Doña María, se convirtió en una parisina más, allá por los años cincuenta.
Igual que es un éxito un programa del tipo “quien es quien”, en la TV, que se está emitiendo por la Española y por la Autonómica de Andalucía: “Españoles por el Mundo”, y en el otro caso: “Andaluces por el mundo”.
Hay quien entendió que sería otro “pelotazo”, el programa a la inversa y por lo que me cuenta con muy buena aceptación por los televidentes: “Destino España”, es una forma de ubicar a los que conviven con nosotros y con todo el derecho son los nuevos españoles, venidos desde los lugares mas recónditos del planeta, en ciertas poblaciones agrícolas, se juntan hasta representantes de más de 50 países distintos. Esa Babel, convive con un razonable grado de convivencia y no con excesivos problemas. Siempre hay quienes dan la nota y por supuestos que son algunos de los llegados de los países con mayor grado de regimenes dictatoriales y los de religiones fundamentalistas.
Lo peor son las mafias que manejan a las personas y los que se lucran a costa de la debilidad de los demás.
Hay que denunciar a todos los que sacan “tajada” de esas situaciones límite y mucho más ahora, cuando la crisis nos aporrea a todos.
Es justo que en el tiempo en el que peor lo estamos pasando los españoles: los nuevos y los viejos, reconozcamos las virtudes los de los que han venido a ayudar, como también debemos reprochar y que caiga sobre ellos todo el peso de la ley, a los que tan solo han llegado para delinquir y para hacer el mal.
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