EL CONTRASTE: OTRA VEZ LOS MÁRTIRES

Hablar de mártires, en el siglo XXI, parece estar dando un salto atrás de gigante en las páginas de la historia y desgraciadamente no es así.
Parece una broma de mal gusto. En contra de la lógica, de lo avanzado de la cultura, de las leyes que protegen a la humanidad, eso que se llama “Derechos humanos”, de la ONU, y del resto de los intereses generales de los pueblos.
Nos encontramos con la obligación de volver hablar de mártires, les recuerdo que son aquellos que dan su vida en defensa de sus creencias, hablamos de mártires cristianos.
De pronto volvemos al principio del cristianismo y nos encontramos otra vez, con el Imperio Romano, o con el esplendor del Islam o de las Cruzadas, con una diferencia que en éste segundo pasaje histórico, las muertes se producían por enfrentamientos bélicos: morían cristianos y también árabes, pero en el campo de batalla y con una espada en la mano.
Desgraciadamente hoy, mueren simplemente por ser adoradores de Jesús y seguidores de sus divinas enseñanzas.
Increíble, impensable, imperdonable e irracional, dentro de una sociedad tan avanzada como la nuestra que ya ha ido a la Luna y piensa en la posibilidad de colonizar otros planetas. Esa sería la lectura que deberíamos hacer, pero nos encontramos con la realidad que supera a toda la previsión e inclusive a la imaginación más “calenturienta”, por muy civilizada que sea: “en el siglo de la jubilación de los trasbordadores espaciales, se sigue matando solo por creer en Cristo”. ¡Ésta es la tremenda realidad. Y a la vez, vergüenza para todos los pueblos que hay en el planeta tierra!.
En la tierra de los Faraones, donde se asentó antes el cristianismo que el islamismo y donde los coptos, aceptaron a los seguidores del profeta Mahoma, sin presentarles oposición; hace solamente unos días en la localidad de Heluan, se quemó una iglesia , y no es un caso aislado, se trata de la tercera que arde, en poco menos de tres meses , sumando trece muertos más, a la lista que supera los doscientos.
El odio contra todo lo que signifique cristianismo, se ha intensificado últimamente, ha llegado a tales extremos que no se ha quedado dentro de las mezquitas, en los sermones, ha trascendido a los descerebrados ultras que han puesto en práctica la persecución “del infiel”. La frase suena a cómic o a “peli” de época. ¡Ojala, así fuera!, pero no es un largometraje, es una verdad evidente.
A que extremos habrá llegado el asunto, que algunos “santones” del Corán, se han asustado, piensan que se les ha escapado de las manos; eso que popularmente se conoce como “que se han pasado”. Tan es así que el Mufti de Egipto, la máxima autoridad coránica del país ha dicho: “El que ataca a los cristianos, ataca al Islam”. ¿Le harán caso los fundamentalistas?. Ese es el quid de la cuestión, cuya respuesta no sabe nadie y de muy difícil obediencia para los que durante años han escuchado, que el enemigo es el “cristiano”.
Algunos musulmanes, culpan al ejército, a quien imputan de la indefensión de los cristianos coptos. ¿Si tienen que ser los militares, los que se preocupen de que se respete a los egipcios coptos, mal van las cosas?. Quiere decir que no existe igualdad en la sociedad, en la que ya hace muchísimos años, no se permite la construcción de iglesias cristianas. Solamente se tolera el culto dentro de los templos existentes. Como en las catacumbas.
Con asistencia de unas cinco mil personas, el la famosa plaza Tahrir, se citaron coptos y musulmanes para rezar por la convivencia pacifica, bajo el lema de “La Cruz y el Corán, se dan la mano”. ¿Servirá para algo?. A la vista de lo que está pasando, no solo en el país del Nilo, si no en otros, el tema es complicado y no invita a la excesivas alegrías o esperanzas.
Lo dijo el Papa, el pasado miércoles de ceniza “El mundo necesita conversión”. Una enorme verdad, que nos suena a tiempos de Constantinopla y la conversión total de Roma al cristianismo.
Viene el contraste:
Por el contrario los mahometanos que viven en los países llamados del primer mundo, no es que se conforman con la practica de su religión, llevada al máximo extremo, o la practica mas estricta, es que construyen mezquitas, cuando y don de quieren, se guían por imanes de dudosa capacidad y menor credibilidad cívica, para la convivencia natural y pacifica con los que les han acogido. Intentan imponer sus costumbres culturales, algunas de ellas obsoletas en su propia religión, y recuperadas por los fundamentalistas, tras la expulsión del Sha en Irán, la guerra del Libano y la implantación de los gobiernos de los Ayatolas y la aventura conquistadora en los países lejanos de Eurasia, de Al Qaeda, que versionando la interpretación coránica, al pié de la letra, según su conveniencia, domina países como Afganistán, la frontera Pakistaní, etc. Sin olvidar que engendrar la levadura en contra de Occidente es para ellos “tapar” las luchas entre sunníes y chiítas, donde verdaderamente radica el inicio del actual problema religioso en el seno de la religión musulmana.
Aunque no lo quieren reconocer, otra vez más es la lucha por el poder, exactamente igual que sucedió antaño.
Pero su implantación en los países de occidente, carece de la voluntad de integración y persiste su intransigencia a ser igual a los nativos, ellos desgraciadamente se discriminan y se mantienen separados en barrios que recuerdan a los antiguos ghetos.
Como dije en su día y repito hoy, ese es el panorama con el que nos tropezamos y que sin solución dejaremos a los de la “educación para la ciudadanía”, a quienes conviene no olvidar cuales son las causas del problema y ha ser poco permisivos si es que quieren mantener su identidad. Bien venido sea, todo aquel que llegue con ganas reales de integración, no de imposición y menos de separación.