El Parlamento Europeo, esa cosa grande que sirve para que demos de comer, muy bien por cierto, a mas de setecientas señorías, posiblemente para que esas criaturas pueden justificar sus sueldos, tan solo equiparables al de José Tomas, y confío con que el maestro de arte de Curro Cuchares, no se lo tome a mal. Se han decantado con dar su superior veredicto sobre la Cuba de los Castro. En idioma de ir por casa : “ A los gallegos, ni agua”, dejando claro que a los países teóricamente democráticos, la forma de gobernar dictatorial de D. Fidel, D Raúl y sus sicarios, no gusta, no convence y como el cuarto tiempo de los superlativos en español: “al quinto coño”, lo más lejos posible. Por lo que los países de la Unión, tendrán que endurecer su política con respecto al régimen cubano.
Y viene lo bueno, la determinación tomada por el Órgano Superior de los Europeos, está totalmente en contra de la política diseñada y aplicada por el gobierno español, cuyo cabeza de cartel, ésta misma mañana en el Parlamento Español, antes llamado “las Cortes”, quitándose de encima “el muerto” le achacaba la paternidad a Moratinos, más conocido en los ambientes por “D Penas”.
En todos los lugares del mundo medio civilizados, cuando se da un acontecimiento como éste, el señalado, lo primero que hace es presentar su dimisión y poner su cargo a disposición del Presidente, puesto que el 2que más manda” ha demostrado a las claras su falta de confianza con el ínclito responsable de la política exterior del país.
Y llegamos al punto álgido de la cuestión. Eso sucedería en un país democrático con experiencia en el menester. Pero en la España de Montilla, Rodríguez y demás compañeros “vivos”, eso es imposible porque de todo el mundo es sabido que en el país de las Autonosuyas, hay un verbo proscrito y suprimido del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es el verbo DIMITIR.
En éste país antes llamado España, des de los tiempos de D Paco, no dimite ni Dios. Cuando el del jaco, se cesaba al personal vía motorista. Actualmente el político dirigente, se atornilla el culo al sillón una vez nombrado y no hay quien lo separe del mismo, hasta el final de la legislatura y siempre que se produzca el cambio de color, sino tampoco.
Ya se pueden cometer las peores de las tropelías, las mas grandiosas meteduras de pata, engañar hasta el Santo Job, paciencia incluida; dejar a Soneja como una persona de credibilidad; ir en contra la opinión de las mas destacadas personalidades del mundo económico mundial, pasarse por la entrepierna lo que piensan los españoles, a quienes se trata como una mesnada de la edad media. Todo da lo mismo y por supuesto se justifica con que el verbo DIMITIR, es un verbo legítimamente prohibido por los políticos. Desde que se reinstauro la democracia en Las Españas, solo ha habido un Ministro que haya presentado la dimisión, mi paisano y amigo Antoni Asunción; la excepción de la regla se produjo en uno de los gobiernos de Felipe González Márquez, el de la Expo, el Ave a Sevilla, La Isla de la Cartuja, etc. Por cierto que la acción sentó “fatal” a la clase de los privilegiados.
Y viene lo bueno, la determinación tomada por el Órgano Superior de los Europeos, está totalmente en contra de la política diseñada y aplicada por el gobierno español, cuyo cabeza de cartel, ésta misma mañana en el Parlamento Español, antes llamado “las Cortes”, quitándose de encima “el muerto” le achacaba la paternidad a Moratinos, más conocido en los ambientes por “D Penas”.
En todos los lugares del mundo medio civilizados, cuando se da un acontecimiento como éste, el señalado, lo primero que hace es presentar su dimisión y poner su cargo a disposición del Presidente, puesto que el 2que más manda” ha demostrado a las claras su falta de confianza con el ínclito responsable de la política exterior del país.
Y llegamos al punto álgido de la cuestión. Eso sucedería en un país democrático con experiencia en el menester. Pero en la España de Montilla, Rodríguez y demás compañeros “vivos”, eso es imposible porque de todo el mundo es sabido que en el país de las Autonosuyas, hay un verbo proscrito y suprimido del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es el verbo DIMITIR.
En éste país antes llamado España, des de los tiempos de D Paco, no dimite ni Dios. Cuando el del jaco, se cesaba al personal vía motorista. Actualmente el político dirigente, se atornilla el culo al sillón una vez nombrado y no hay quien lo separe del mismo, hasta el final de la legislatura y siempre que se produzca el cambio de color, sino tampoco.
Ya se pueden cometer las peores de las tropelías, las mas grandiosas meteduras de pata, engañar hasta el Santo Job, paciencia incluida; dejar a Soneja como una persona de credibilidad; ir en contra la opinión de las mas destacadas personalidades del mundo económico mundial, pasarse por la entrepierna lo que piensan los españoles, a quienes se trata como una mesnada de la edad media. Todo da lo mismo y por supuesto se justifica con que el verbo DIMITIR, es un verbo legítimamente prohibido por los políticos. Desde que se reinstauro la democracia en Las Españas, solo ha habido un Ministro que haya presentado la dimisión, mi paisano y amigo Antoni Asunción; la excepción de la regla se produjo en uno de los gobiernos de Felipe González Márquez, el de la Expo, el Ave a Sevilla, La Isla de la Cartuja, etc. Por cierto que la acción sentó “fatal” a la clase de los privilegiados.
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