El día de ayer fue muy triste para todos los ciudadanos de éste país. Los españoles sin tener presente el color, la afiliación política, ni tan siquiera los datos del Carnet de Identidad, se pusieron de acuerdo para recordar a las personas que tal día como hoy perdieron la vida con los atentados de Madrid.
Han pasado seis años y en las pupilas de todos queda marcado el horror de aquel 11 de Marzo y se recuerda cada vez con más encono, a sus autores.
En la memoria de todos está lo bueno y lo malo de aquellos días. Entre lo primero el sentimiento de unidad y solidaridad y entre lo segundo, el dislate que se produjo el día de reflexión de las elecciones, en las que se rompieron las reglas del juego y se promocionó de una manera descarada a un partido.
Quedan muchas cosas pendientes todavía sobre el caso que unos intentan darlo por zanjado olvidando la memoria de los inocentes que perdieron la vida, sin haber tomado partido con ninguno de los actores de la salvajada.
La Comunidad de Madrid, en la que se materializaron los hechos, dedicó coronas y ramos de flores a los desaparecidos. ¿Pero es suficiente. Con ello se repara la pérdida de las personas. Se compensa a los deudos?. ¡Rotundamente no!. La herida está abierta y tardara mucho tiempo en cerrarse. Habrá quien estará pensando en que unos pocos también han sacado partido en beneficio propio de ese horror, cosa innegable y a la vista de todos queda. Pero por encima de los intereses inconfesables, de los motivos Islamistas que dejan en entredicho a los que predican la paz del Coran, sobresale la unidad de todos y el respeto a los que dejaron su vida en los trenes y estaciones y a sus familias.
El caso fue juzgado por uno de los llamados “jueces estrellas”, e inclusive contado en los libros. Se ha escrito sobre el suceso, sobre los que pudieron cometer los crímenes. Se ha especulado con los motivos, se han buscado comparaciones y relaciones de bandas criminales. Pero el caso esta sin cerrar. Los instigadores, aquellos que lo pensaron, planearon y pusieron en marcha el plan macabro, siguen libres. Nadie ha dado con ellos o por lo menos se ha atrevido a señalarlos. Luego el proceso, ahí tiene una gravísima grieta. El otro hundimiento esta en que en la sentencia aparece una tremenda equivocación, el explosivo que se menciona no es el que usaron los criminales.
¿Eso es posible, en un estado de derecho con libertad total de la justicia?. Posible es, a las pruebas hay que remitirse. Lógico no y menos permisible. Pero como se dice ahora: Es lo que hay.
Lo que los españoles de bien quieren saber, es quienes fueron de verdad los que pensaron e indujeron a tal cadena de actos criminales. Y que se descubran de una vez por todas si hubo ayudas o relaciones con gente de dentro del país. El celtibero que paga sus impuestos, que sufre la crisis que padece el paro y que hace malabarismos para llegar a fin de mes, confía en que un día sabrá la verdad de lo que motivo el 11 M. Y el porque de tal matanza.
Han pasado seis años y en las pupilas de todos queda marcado el horror de aquel 11 de Marzo y se recuerda cada vez con más encono, a sus autores.
En la memoria de todos está lo bueno y lo malo de aquellos días. Entre lo primero el sentimiento de unidad y solidaridad y entre lo segundo, el dislate que se produjo el día de reflexión de las elecciones, en las que se rompieron las reglas del juego y se promocionó de una manera descarada a un partido.
Quedan muchas cosas pendientes todavía sobre el caso que unos intentan darlo por zanjado olvidando la memoria de los inocentes que perdieron la vida, sin haber tomado partido con ninguno de los actores de la salvajada.
La Comunidad de Madrid, en la que se materializaron los hechos, dedicó coronas y ramos de flores a los desaparecidos. ¿Pero es suficiente. Con ello se repara la pérdida de las personas. Se compensa a los deudos?. ¡Rotundamente no!. La herida está abierta y tardara mucho tiempo en cerrarse. Habrá quien estará pensando en que unos pocos también han sacado partido en beneficio propio de ese horror, cosa innegable y a la vista de todos queda. Pero por encima de los intereses inconfesables, de los motivos Islamistas que dejan en entredicho a los que predican la paz del Coran, sobresale la unidad de todos y el respeto a los que dejaron su vida en los trenes y estaciones y a sus familias.
El caso fue juzgado por uno de los llamados “jueces estrellas”, e inclusive contado en los libros. Se ha escrito sobre el suceso, sobre los que pudieron cometer los crímenes. Se ha especulado con los motivos, se han buscado comparaciones y relaciones de bandas criminales. Pero el caso esta sin cerrar. Los instigadores, aquellos que lo pensaron, planearon y pusieron en marcha el plan macabro, siguen libres. Nadie ha dado con ellos o por lo menos se ha atrevido a señalarlos. Luego el proceso, ahí tiene una gravísima grieta. El otro hundimiento esta en que en la sentencia aparece una tremenda equivocación, el explosivo que se menciona no es el que usaron los criminales.
¿Eso es posible, en un estado de derecho con libertad total de la justicia?. Posible es, a las pruebas hay que remitirse. Lógico no y menos permisible. Pero como se dice ahora: Es lo que hay.
Lo que los españoles de bien quieren saber, es quienes fueron de verdad los que pensaron e indujeron a tal cadena de actos criminales. Y que se descubran de una vez por todas si hubo ayudas o relaciones con gente de dentro del país. El celtibero que paga sus impuestos, que sufre la crisis que padece el paro y que hace malabarismos para llegar a fin de mes, confía en que un día sabrá la verdad de lo que motivo el 11 M. Y el porque de tal matanza.
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