Vivo en un barrio de cubanos, parecía un lugar tranquilo, pero me he dado cuenta de que estoy rodeado de "desertores". El señor que trabajaba en Cubana de Aviación, la doctora enamorada, nuestra dentista, aquel campeón de boxeo y medio equipo de voleibol.
Por tener, tengo hasta una vecina a la que, desde hace cinco años, no le permitían visitar el país, su delito fue "desertar" en un viaje a España. Ella no era militar, funcionaria, ni siquiera deportista o médico, solo formaba parte de un grupo de jugadores de dominó.
Me picó la curiosidad y busqué la definición de "desertor" en varios diccionarios y todos coinciden en que se trata de un "soldado que deja su puesto sin permiso". Sin dudas en Cuba se interpreta diferente porque ninguno de estos vecinos era militar.
Pero las reglas migratorias cubanas van mucho más allá de castigar al "culpable". En 2007 un joven solicitó permiso de salida en la todopoderosa Dirección de Migración y se lo negaron rotundamente, aduciendo que su padre es un "desertor".
La locura era total, hacía 18 años que ellos no vivían juntos y 10 que no se veían, es más ni siquiera sabía que su padre se había ido del país. Finalmente, la familia le confirmó que su progenitor se quedó en el extranjero cuando reparaba un barco.
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