Evo convocó a sus seguidores, especialmente a aquellos que disputarán puestos de gobernadores y alcaldes en las próximas elecciones del 4 de abril en Bolivia a que deben tener en mente que al entrar a la función pública deberán estar escogiendo un puesto para empobrecerse. Su “revolución moral” pide acabar con la época de la corrupción y que cada alcalde o gobernador, cuando abandone su puesto, debe hacerlo más pobre que cuando entró.
Ojalá que la buena prédica de Morales no quede solo en intenciones ni sea ahora un artilugio
propagandístico para vender a sus candidatos. A las palabras – más en la política – se las lleva el viento, por ello más que declamar sus buenas intenciones debería sancionar varias leyes en ese sentido. Por ejemplo, obligando declaraciones juradas, controles estrictos de rendición de cuentas y reglas precisas de transparencia.Son pocos los políticos que han dejado sus puestos sin haberse aprovechado antes de los abusos de privilegio que el poder permite o tienta. En Argentina, el ex presidente Raúl Alfonsín es quizás el ejemplo más palpable de esa austeridad. Salió, vivió luego y murió el año pasado con menos de lo que tenía cuando rescató la democracia en 1983.
Publicado por Ricardo Trotti en 18:47
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