El gran escritor, periodista y con un status muy especial con la gente de la censura del régimen imperante en esta nación, donde cuentan que no se pagaban impuestos, las casas en los pueblos se quedaban con las llaves puestas en las cerraduras y nadie robaba y osaba allanarlas. Cuando lo del final del estraperlo y el nacimiento de la cultura del seiscientos.
Pues de entonces es el titular y la persona a la que se le ocurrió, no fue otra que Álvaro de la Iglesia, el que lanzaba una revista de humor, que dadas las circunstancias tenia su mérito y que subtitulaba: “la revista más audaz, para el lector más inteligente”. Aquel personaje, medio actor , con buena facha y capaz de pasar por encima de muchas de las normas establecidas; mitad cínico, mitad cortes, un poco golfo –para la época- y con planta de caballero de su tiempo. Tenía la facilidad de escribir humor, que dicen los maestros en esto de juntar palabras que es más fácil hacer llorar al personal que conseguir que se ría y si los genios de las palabras, son los autores del pensamiento, seguro que es así, porque se trata de unos señores, muy leídos, muy limpios, muy peinados, muy trajeados, con corbata y oliendo a colonia de la buena y casi todos muy mayores y solo por el respeto que merecen las canas habrá que confiar en su sapiencia, es como diría: “el consejo de ancianos de las letras y los libros”.
Ahora que vuelven a estar de moda los “reveilbal”, las cosas que fueron nuevas, se hicieron viejas y ahora, algún listo las esta volviendo a poner de moda, cobrando, eh, cobrando. Un ejemplo los anuncios de cuando yo era jovencito y mocito, aparecen sorprendentemente en los medios de comunicación y a pesar de ser rancios, gustan al personal, son como se dice ahora super guay.
El autor en su novela, escribía que las personas mayores, son, somos un “coñazo”, la segunda parte del titular lo deja claro: “son una lata”, y un latoso es un pesado, alguien que molesta.
El escritor queriendo dejar mal a los llamados en éstos tiempos ”de la tercera edad” al final hacía que resultasen simpáticos y agradables al lector.
Los mismos personajes, esta vez resultan desagradables al poder, y los considera una carga.
Cuando se aproximan las elecciones, todo el mundo se acuerda de los abuelos, son un voto bastante fiel y que es muy raro que cambie de partido. Al principio de la democracia, eran poco menos que perseguidos porque sus votos eran los que daban el gobierno. Claro que han pasado los años y de aquellas encuestas tétricas de la población activa, en la que ya se paseaban los nubarrones de la población envejecida y todos los ministros de trabajo, directa indirecta o por teléfono, e inclusive en parábolas, abogaban por que los españolitos “fornicaran más” para traer nuevos españoles que tomaran el relevo en lo de pagar impuestos. Hemos pasado a la nada despreciable cantidad de 49.200.000 nativos, quiere decir que niños hay más que en África y que los españoles nuevos, en eso de la “fuchinga”, son unos fenómenos.
Por consecuencia los abuelos ya no resultan tan importantes, por ello el líder indiscutible en esto de mandar, el enamorado de “las cagadas” las hace en serie: mañana, tarde, noche y madrugada; el que dejara a ésta País como decía Guerra: “que no lo conocerá ni la madre que lo parió”, y además arruinado. No sabiendo como “joder al personal” (recuerden que ellos joden firmando, y colgando en el Boletín Oficial del Estado, otro decreto ley) , en su talentosa “mente” , la de lo boñiguitos, ha llegado la idea de congelar los sueldos de los abuelos. Obviamente una de las partes mas frágiles y sensibles de la sociedad. Pero como son viejos el inquilino de la Moncloa habrá pensado, esos no arman huelgas, ni salen en manifestación. Pues mire usted, preclaro de los ricos, en el momento que hablen de una, éste abuelo, será de los primeros en salir a la calle y si en la juventud, no me daban miedo los grises, esté seguro que los azules y los verdes tampoco. Y que de guerritas se mas que usted, porque yo si estado en alguna en contra de mi voluntad, pero por necesidad del curro. Así que con toda modestia soy una lata pero abuelos y abuelas como nosotros hay más de uno, y si hay que manifestarse seremos de los primeros, pero a los viejos, hagase el ánimo, estaremos donde hagamos falta. Con los abuelos no puede, somos una lata, muy dura de las de antes.Me parece D José Luis que se ha equivocado de personas. Usted nosquitara nuestro pan, pero ya veremos lo que le quitamos a usted, o piensa salirse de rositas....Con las cosas de comer no se juega. Por cierto de lo del bienestar que tanto cacareba usted, una docena de peinetas a lo San Vicente.
Los mismos personajes, esta vez resultan desagradables al poder, y los considera una carga.
Cuando se aproximan las elecciones, todo el mundo se acuerda de los abuelos, son un voto bastante fiel y que es muy raro que cambie de partido. Al principio de la democracia, eran poco menos que perseguidos porque sus votos eran los que daban el gobierno. Claro que han pasado los años y de aquellas encuestas tétricas de la población activa, en la que ya se paseaban los nubarrones de la población envejecida y todos los ministros de trabajo, directa indirecta o por teléfono, e inclusive en parábolas, abogaban por que los españolitos “fornicaran más” para traer nuevos españoles que tomaran el relevo en lo de pagar impuestos. Hemos pasado a la nada despreciable cantidad de 49.200.000 nativos, quiere decir que niños hay más que en África y que los españoles nuevos, en eso de la “fuchinga”, son unos fenómenos.
Por consecuencia los abuelos ya no resultan tan importantes, por ello el líder indiscutible en esto de mandar, el enamorado de “las cagadas” las hace en serie: mañana, tarde, noche y madrugada; el que dejara a ésta País como decía Guerra: “que no lo conocerá ni la madre que lo parió”, y además arruinado. No sabiendo como “joder al personal” (recuerden que ellos joden firmando, y colgando en el Boletín Oficial del Estado, otro decreto ley) , en su talentosa “mente” , la de lo boñiguitos, ha llegado la idea de congelar los sueldos de los abuelos. Obviamente una de las partes mas frágiles y sensibles de la sociedad. Pero como son viejos el inquilino de la Moncloa habrá pensado, esos no arman huelgas, ni salen en manifestación. Pues mire usted, preclaro de los ricos, en el momento que hablen de una, éste abuelo, será de los primeros en salir a la calle y si en la juventud, no me daban miedo los grises, esté seguro que los azules y los verdes tampoco. Y que de guerritas se mas que usted, porque yo si estado en alguna en contra de mi voluntad, pero por necesidad del curro. Así que con toda modestia soy una lata pero abuelos y abuelas como nosotros hay más de uno, y si hay que manifestarse seremos de los primeros, pero a los viejos, hagase el ánimo, estaremos donde hagamos falta. Con los abuelos no puede, somos una lata, muy dura de las de antes.Me parece D José Luis que se ha equivocado de personas. Usted nosquitara nuestro pan, pero ya veremos lo que le quitamos a usted, o piensa salirse de rositas....Con las cosas de comer no se juega. Por cierto de lo del bienestar que tanto cacareba usted, una docena de peinetas a lo San Vicente.
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