Vivimos en un mundo convulso en el que solo paramos "mirando" a nuestro alrededor y seleccionamos lo que vemos depreciando el dolor y la valentia de los demás. Por ello he considerado que este trabajo puede interesarles y mucho. Nada se pide, solo se señala y eso entiendo que es bueno.
MAMAS 10
QUE TIENEN DE ESPECIALES LAS MADRES DE NIÑOS ESPECIALES
Para los miembros de CHISMES DE LA HISTORIA
Bibiana Bechis
En primer lugar, tienen un poder de reacción que es envidiable. Todas han debido superar el trance del diagnóstico y sacar fuerzas de flaqueza. Pensemos que, después de recibir la noticia, nada es igual, ya no es igual ni el sol ni la lluvia, ni son iguales los bebés ni las mamás...todo cambia, “es el antes y el después del diagnóstico”. Ante este cambio, el ancla es la madre, es la que reacciona, devuelve la serenidad, tranquiliza, es la que busca la información, es la que aprende, es la que enseña.
De golpe y porrazo su rol de madre se ha visto complicado y ella nunca había considerado siquiera esa posibilidad. Esa madre, dispuesta a ser simplemente madre, ha debido aprender a cumplir tantos roles:... médico, enfermera, terapeuta, maestra; al tiempo que cumple su papel de madre.
Debe soportar que se desdibuje su protagonismo y que a veces prive lo que no es pertinente al proyecto originario; debe aceptar de buen grado la intromisión de una persona “de afuera”' que le enseña cómo relacionarse con su hijo, que le indique todo... desde cómo darle de comer, cómo hablarle, cómo cantarle, y además debe acudir animosa al examen semanal en el que deberá rendir cuentas de lo hecho.
Las madres especiales, ven a su hijo “especial” a través de un cristal de tinte distinto...: lo aman, lo miman, lo protegen, lo cuidan y lo evalúan constantemente.
Quizás sólo lo miren como hijo cuando esté dormido y cuando no tengan, por precisión, que ver si saca la lengua, o se sienta con las piernas abiertas, o se le desvía un ojo.
Las madres especiales también se ven presionadas por el entorno, se sienten siempre en situación de examinadas; van por la calle escudriñando la expresión de los caminantes, van a la guardería atemorizadas por un posible informe negativo de la maestra, van de compras pretendiendo que su hijo sea un modelo de cualidades porque sienten que eso se lo exige la sociedad; van, temerosas, ante las docentes y terapeutas a preguntar el por qué de una metodología o de un objetivo cuando, si fuese un niño común, directamente cuestionarían el tema y lo llevarían ante una reunión de padres de clase. Pero allí son las únicas, están solas y no se animan a plantear un tema como ése a los demás...
Los otros miran los logros de sus hijos con asombro y se lo hacen saber en forma de “'elogio simpático”' y ellas siguen sufriendo en soledad porque les marcan las diferencias y no las similitudes.
No falta quien, ante “el niño especial” en una fiesta infantil, pregunten si toma Coca Cola y hay que tener mucha presencia de ánimo para responder: '”si hay, si. Si no, jugo por favor”... Cuando va a buscar al niño, no faltará la abuela que le comente: “ si viera lo bien que jugó y cómo se reía con el payaso” y haciendo de tripas corazón y asentirá con una sonrisa...
Las madres especiales tienen el privilegio de conocer momentos de profunda felicidad y satisfacción que las madres comunes, a veces, no saben apreciar. Cada logro, cada progreso serán motivo de una alegría sin par y les darán fuerzas para seguir adelante, poniendo una canción en su corazón que perdurará en los momentos de desaliento.
Las madres especiales trabajan y reeducan a tiempo completo. No lo deberían hacer, pero es tal el ansia de ver felices a sus hijos, de alcanzar las metas deseadas, que no cejan y siempre incorporan lo pedagógico en las circunstancias más informales.
Cuando discuten una alternativa de tratamiento y plantean que no están conformes con la misma, deberán soportar que algunos las miren con suficiencia como planteando que: “aún no han asumido la realidad del diagnóstico” y ellas tendrán que retirarse, sumisas, salvo algunas que son las que “rompieron las cadenas”, sabiendo en su fuero íntimo que tienen razón por tener aspiraciones para sus hijos y debiendo conformarse con lo que “graciosamente les conceden”, desde el seno de la sociedad.
Las madres especiales se sienten madres de ciudadanos de segunda, y mucha gente espera de ellas que agradezcan cualquier concesión y a veces, si no han recibido la ayuda oportuna, caminan por la vida como pidiendo disculpas por lo ocurrido Y ROGANDO QUE LA LEY SE CUMPLA.
Soportando también la ignorancia de la sociedad en todos los ámbitos.
Lo terrible es que ÉSTAS MADRES tienen días de más veinticuatro horas frente al resto. Durante su apretada jornada deberán atender a todo lo estrictamente imprescindible a su rol, también a lo terapéutico como a lo cotidiano. Por si esto fuera poco, deberán sobreponerse a los obstáculos, superar los prejuicios, continuar dándose aunque estén enfermas, enseñar con el ejemplo, y tener una paciencia de santas.
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