¿Le gustan los caballos?. Me considero un buen aficionado y me encantan.
Soy de los que es capaz de pasarse horas admirando al noble animal y la verdad es que me gustan todos, porque aunque existen muchas razas de distinta procedencia cada una ofrece unas características especiales y una utilidad distinta.
Pero diga conmigo: “que magnifica estampa tiene un buen caballo”.
Desde pequeño me he criado rodeado de esos animales y aprendí a quererlos y respetarlos, como también me enseñaron que no había que perderles la cara.
El caballo, sabe en cuanto te acercas, cual es tu estado anímico, si le tienes miedo, si te gusta y como psicólogo nato se comportara después de acuerdo con las sensaciones que haya captado.
No es lo mismo un caballo bretón, que un caballo de salto, o un inglés. Como tampoco es lo mismo el caballo de tiro, de los conocidos por pamplonicas, pequeñitos y nobles, comparados con los mongoles, también pequeñitos y menos aptos para el duro trabajo del campo.
De entre las razas españolas, se diferencian dos que se crían libres en los montes y existe una gran tradición para su recuento y marca, son los astures y los caballos de Galicia.
En el País Vasco, la yeguada nacional tiene una magnifica ganadería de caballos de carreras, concretamente cerca de Lasarte.
En nuestro país nos movemos habitualmente con tres razas: los caballos portugueses, los árabes y los de pura raza española.
Los vaqueros, para la brega con las vacas a campo abierto gustan del caballo cruzado anglo hispano, los otros cruces bastante frecuentes en Andalucía son: el del hispano árabe y el del hispano portugués.
En España, perdón en el territorio del Estado Español, hay muy buenas ganaderías de caballos, de unos 30 años a ésta parte se ha aumentado la afición por el caballo. Hoy es un lujo, no una necesidad. Hasta bien entrado el siglo 20, en la mayoría de la explotaciones agrícolas españolas, se trabajaba el campo, de forma tradicional y ecológica, y en cada casa había una bestia, se compaginaban los caballos con los mulos e inclusive con los asnos y con ellos se realizaban todas las tareas, enganche a los carros de campo, roturado de la manera de siempre, usando del arado romano. Según en que zonas de la España agrícola, para esas tareas se utilizaban las yuntas de bueyes, me refiero a los lugares en los que por necesidad y cultura eran mas frecuentas las parejas que acudían y trabajaban a la voz del boyero, casi siempre en el norte del país.
Hoy todavía se usan las reatas y el carro, pero no para trabajar, sino como deporte, en la Comunidad Valenciana, se sigue compitiendo con “tiro y arrastre” y hay verdaderas maravillas de caballos percherones de los Pirineos y de bretones.
A partir de los años 60, en el campo aparecieron las mulas mecánicas y los tractores y hubo quien inconscientemente condeno a la mas noble de las bestias, poco menos que ha desaparecer. Enorme equivocación, la necesidad ha dejado paso al placer y hoy en las cuadras se los mima.
Tener un caballo, no es barato y requiere cuidado y atención. No basta con darle de comer. Hay que llevarlo al veterinario, hay que errarlo, darle cuerda, montarlo o engancharlo, bañarlo, etc. Un caballo, es uno más de la familia, solo que delicado y cuanto más puro sea mayor atención necesita.
Las buenas ganaderías se distribuyen por la totalidad del estado, a las razas autóctonas ya mencionadas hay que añadir, los caprichosos que han querido cuidar las mas conocidas, sobre todo la española y con las distintas capas de pelo que le son característicos. Por ejemplo en Alicante está la mejor ganadería de caballos canela que yo recuerde, y en Segorbe un buen amigo tiene una finca donde cría caballos españoles que luego exporta a México y Los Estados, pero no es el único, hay otros dos que compraron sementales y yeguas andaluces y los trasladaron a Valencia, en donde ya están trabajando tiempo con sus ganaderías.
La afición por excelencia está en Andalucía, allí se crían los mas renombrados, en las cuadras y fincas tradicionales, no quiero citar a unos si, y otros no, sería un grave pecado, son muchos y muy buenos ganaderos, de los que son mas conocidos los de las provincias del sur. En ocasiones coinciden con las ganaderías de reses bravas. Pero no son todas. Precisamente en ellas y para las tareas de campo, continua siendo imprescindible el caballo.
Estamos en plena Feria del Caballo de Jerez, un poco como el Vaticano de los festejos en el que es protagonista el caballo, y no me refiero a Feria Comercial que para eso esta el SICAB, me refiero al arte y cultura de un festejo que tiene por protagonista al caballo.
Voy a cometer el pecado de comparar para que los lectores del otro lado del charco me entiendan, es como la Feria de Abril de Sevilla, pero con una atención principal a los caballos que son el eje de la Feria.
Las casetas, parecidas a las de Sevilla, se diferencian en que son abiertas, no particulares como en el caso sevillano.
En Jerez, el visitante puede entrar en todas las casetas a sabiendas que nadie le llamara la atención y mucho menos se lo impedirá, y hará palmas por seguidillas o por sevillanas si le apetece, o bailara unas sevillanas o unas rumbitas, si tiene con quien y escuchara unas bulerias o unos fandangos…….
El paseo de caballos es sagrado, se presume como en el caso del Real de Sevilla, solo que con otro aire mas serio, yo diría que casi ritual.
Lo que digo de las cabalgaduras sirve para los enganches y los carros, el que anda bien de bolsillo, presume de los mejores carros y de los mejores tiros, eso es poderío………
La Feria del caballo, lo repito, tiene otro aire y nadie es extraño en ella. Le podrá gustar o no, porque sobre gustos no hay nada escrito; de una cosa estoy seguro, que no le dejara indiferente.
Hay puerta del ferial, como en la otra, hay miles de bombillas encendidas como en la otra, pero…..no es lo mismo.
Venga “Chocho”, móntate en la grupa que nos vamos a la caseta del “Picha” Bertin, a tomar unos vinos……
La niña, recoge el vestio y pone el pie en la mano, da el salto y ya está en lo alto de la grupa del tordo rodao, que lo sabe y coloca la cabeza para lucirse, moviendo con chulería el mosquero……
Soy de los que es capaz de pasarse horas admirando al noble animal y la verdad es que me gustan todos, porque aunque existen muchas razas de distinta procedencia cada una ofrece unas características especiales y una utilidad distinta.
Pero diga conmigo: “que magnifica estampa tiene un buen caballo”.
Desde pequeño me he criado rodeado de esos animales y aprendí a quererlos y respetarlos, como también me enseñaron que no había que perderles la cara.
El caballo, sabe en cuanto te acercas, cual es tu estado anímico, si le tienes miedo, si te gusta y como psicólogo nato se comportara después de acuerdo con las sensaciones que haya captado.
No es lo mismo un caballo bretón, que un caballo de salto, o un inglés. Como tampoco es lo mismo el caballo de tiro, de los conocidos por pamplonicas, pequeñitos y nobles, comparados con los mongoles, también pequeñitos y menos aptos para el duro trabajo del campo.
De entre las razas españolas, se diferencian dos que se crían libres en los montes y existe una gran tradición para su recuento y marca, son los astures y los caballos de Galicia.
En el País Vasco, la yeguada nacional tiene una magnifica ganadería de caballos de carreras, concretamente cerca de Lasarte.
En nuestro país nos movemos habitualmente con tres razas: los caballos portugueses, los árabes y los de pura raza española.
Los vaqueros, para la brega con las vacas a campo abierto gustan del caballo cruzado anglo hispano, los otros cruces bastante frecuentes en Andalucía son: el del hispano árabe y el del hispano portugués.
En España, perdón en el territorio del Estado Español, hay muy buenas ganaderías de caballos, de unos 30 años a ésta parte se ha aumentado la afición por el caballo. Hoy es un lujo, no una necesidad. Hasta bien entrado el siglo 20, en la mayoría de la explotaciones agrícolas españolas, se trabajaba el campo, de forma tradicional y ecológica, y en cada casa había una bestia, se compaginaban los caballos con los mulos e inclusive con los asnos y con ellos se realizaban todas las tareas, enganche a los carros de campo, roturado de la manera de siempre, usando del arado romano. Según en que zonas de la España agrícola, para esas tareas se utilizaban las yuntas de bueyes, me refiero a los lugares en los que por necesidad y cultura eran mas frecuentas las parejas que acudían y trabajaban a la voz del boyero, casi siempre en el norte del país.
Hoy todavía se usan las reatas y el carro, pero no para trabajar, sino como deporte, en la Comunidad Valenciana, se sigue compitiendo con “tiro y arrastre” y hay verdaderas maravillas de caballos percherones de los Pirineos y de bretones.
A partir de los años 60, en el campo aparecieron las mulas mecánicas y los tractores y hubo quien inconscientemente condeno a la mas noble de las bestias, poco menos que ha desaparecer. Enorme equivocación, la necesidad ha dejado paso al placer y hoy en las cuadras se los mima.
Tener un caballo, no es barato y requiere cuidado y atención. No basta con darle de comer. Hay que llevarlo al veterinario, hay que errarlo, darle cuerda, montarlo o engancharlo, bañarlo, etc. Un caballo, es uno más de la familia, solo que delicado y cuanto más puro sea mayor atención necesita.
Las buenas ganaderías se distribuyen por la totalidad del estado, a las razas autóctonas ya mencionadas hay que añadir, los caprichosos que han querido cuidar las mas conocidas, sobre todo la española y con las distintas capas de pelo que le son característicos. Por ejemplo en Alicante está la mejor ganadería de caballos canela que yo recuerde, y en Segorbe un buen amigo tiene una finca donde cría caballos españoles que luego exporta a México y Los Estados, pero no es el único, hay otros dos que compraron sementales y yeguas andaluces y los trasladaron a Valencia, en donde ya están trabajando tiempo con sus ganaderías.
La afición por excelencia está en Andalucía, allí se crían los mas renombrados, en las cuadras y fincas tradicionales, no quiero citar a unos si, y otros no, sería un grave pecado, son muchos y muy buenos ganaderos, de los que son mas conocidos los de las provincias del sur. En ocasiones coinciden con las ganaderías de reses bravas. Pero no son todas. Precisamente en ellas y para las tareas de campo, continua siendo imprescindible el caballo.
Estamos en plena Feria del Caballo de Jerez, un poco como el Vaticano de los festejos en el que es protagonista el caballo, y no me refiero a Feria Comercial que para eso esta el SICAB, me refiero al arte y cultura de un festejo que tiene por protagonista al caballo.
Voy a cometer el pecado de comparar para que los lectores del otro lado del charco me entiendan, es como la Feria de Abril de Sevilla, pero con una atención principal a los caballos que son el eje de la Feria.
Las casetas, parecidas a las de Sevilla, se diferencian en que son abiertas, no particulares como en el caso sevillano.
En Jerez, el visitante puede entrar en todas las casetas a sabiendas que nadie le llamara la atención y mucho menos se lo impedirá, y hará palmas por seguidillas o por sevillanas si le apetece, o bailara unas sevillanas o unas rumbitas, si tiene con quien y escuchara unas bulerias o unos fandangos…….
El paseo de caballos es sagrado, se presume como en el caso del Real de Sevilla, solo que con otro aire mas serio, yo diría que casi ritual.
Lo que digo de las cabalgaduras sirve para los enganches y los carros, el que anda bien de bolsillo, presume de los mejores carros y de los mejores tiros, eso es poderío………
La Feria del caballo, lo repito, tiene otro aire y nadie es extraño en ella. Le podrá gustar o no, porque sobre gustos no hay nada escrito; de una cosa estoy seguro, que no le dejara indiferente.
Hay puerta del ferial, como en la otra, hay miles de bombillas encendidas como en la otra, pero…..no es lo mismo.
Venga “Chocho”, móntate en la grupa que nos vamos a la caseta del “Picha” Bertin, a tomar unos vinos……
La niña, recoge el vestio y pone el pie en la mano, da el salto y ya está en lo alto de la grupa del tordo rodao, que lo sabe y coloca la cabeza para lucirse, moviendo con chulería el mosquero……
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